¿Existirá una aceleración de las concentraciones bancarias?

¿por qué las entidades financieras, en comparación con otros sectores, siguen tan poco comprometidas con la búsqueda de rentabilidades crecientes?

Publicado el 13 Dic 2010

La banca sigue siendo uno de los sectores económicos menos internacionalizados. La mayoría de los grandes bancos mundiales siguen realizando, de media, más del 50% de su actividad en su país de origen, en comparación con el tercio de otros sectores de actividad. E incluso, se podría decir que son muy pocos los países en los que sus respectivos mercados no estén en manos de menos de cuatro bancos.
Es cierto que la crisis ha precipitado la adquisición de algunas entidades por parte de otras, sobre todo en Estados Unidos, pero básicamente ha ralentizado la estrategia de crecimiento de los grandes bancos europeos (a excepción del caso de BNP-Paribas/Fortis, Santander o BBVA). Respecto a los bancos de países emergentes, todavía no logran ejercer una gran influencia en los mercados de los países desarrollados.
En conclusión, la cuestión que se debe plantear es -¿por qué las entidades financieras, en comparación con otros sectores, siguen tan poco comprometidas con la búsqueda de rentabilidades crecientes?-, una búsqueda que debería haber favorecido las concentraciones bancarias, en especial, a nivel internacional.
Hasta ahora los ámbitos que han sido objeto prioritario de dichas concentraciones son la banca electrónica y los títulos, muy por delante de los créditos y la gestión de cuentas. Las actividades más reguladas y estandarizadas han sido las primeras en concentrarse, las entidades bancarias buscan con ello un doble propósito en su actividad principal con el fin de no tener que soportar por sí solas algunas tareas para las cuales no alcanzan el tamaño crítico. Esta última dimensión impulsa actualmente las concentraciones en la banca corporativa y de inversión y en la gestión de activos.
No responde pues a una estrategia real de crecimiento interno, que consiste, normalmente, en aumentar el número de operaciones procesadas sobre la base del crecimiento continuo de la rentabilidad de éstas últimas.
Considerando que el tratamiento de las operaciones financieras está muy normalizado entre las diferentes entidades bancarias, esta rentabilidad sólo puede lograrse a través de la formación y el empleo del personal a lo largo de la cadena de tratamiento, así como a través de la eficiencia de los sistemas de información. De esta forma, se dedicará una especial atención a las entidades financieras capaces de calcular con un poco más de exactitud el coste informático de adquisición de un nuevo cliente y, sobre todo, a los bancos que se sometan a análisis comparativos o benchmarks sistemáticos sobre dichos elementos.
Las entidades bancarias razonan poco en términos de precios y costes marginales. Tienen dificultades para estudiar su rentabilidad por puesto y por cliente y, por tanto, les cuesta estimar su ROI por línea de actividad. Calculan mal tanto su productividad como competitividad en relación con las expectativas de sus clientes, sus oportunidades de mercado, y de concentración. Si un banco deseara modificar ésta situación, debería simplificarse mucho. Prueba de ello, es la arquitectura de sus SI, que muy a menudo reúnen tantos sistemas diferentes como funciones, e incluso entidades.
No obstante, con la aparición de centros de tratamiento, diseñados originalmente como un medio para que las entidades “externalizaran la complejidad”, estas concentraciones de actividades han obligado a reflexionar sobre algunas áreas. En menos de 10 años, la labor relativa a los títulos ha pasado de ser un “centro de coste” a ser un “centro de beneficios”. La oferta se ha ampliado de manera notable.
Efectivamente, dado que la distancia entre entidades financieras aumenta de forma considerable, el sector bancario podría convertirse en un mercado muy competitivo, antes de sufrir titánicas concentraciones.

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Redacción Computing

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