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Europa: el desafío de liderar en la era digital frente a los colosos mundiales



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La fragmentación impide que las empresas tecnológicas europeas crezcan lo suficiente para competir en igualdad de condiciones con gigantes como Amazon, Google, Alibaba o Huawei

Publicado el 6 mar 2025

Miguel Sánchez Galindo

Director General de DigitalES Asociación Española para la Digitalización



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Europa, durante siglos, ha sido un epicentro de innovación, ciencia e industria. Desde la Revolución Industrial hasta la creación del Airbus, nuestro continente ha demostrado su capacidad para liderar en sectores estratégicos. Sin embargo, en la era digital, la historia parece seguir un curso distinto. A pesar de contar con una fuerza laboral altamente cualificada, un tejido empresarial robusto y un legado de liderazgo, Europa se encuentra rezagada frente a los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y Asia.

Entre 2013 y 2023, la cuota de ingresos globales de la Unión Europea cayó del 22% al 18%, mientras que EEUU la aumentó del 30% al 38%. En el mismo período, China subió ligeramente del 10% al 11%. Aunque estas cifras pueden parecer modestas, reflejan una tendencia preocupante: la pérdida gradual de competitividad en sectores clave como la inteligencia artificial, la computación cuántica y las tecnologías verdes. ¿Qué está frenando a Europa, y cómo puede cambiar este rumbo?

Fragmentación: un gigante con pies de barro

El mayor obstáculo de Europa es, paradójicamente, una de sus características fundacionales: su diversidad. Mientras Estados Unidos opera como un único mercado digital con más de 300 millones de consumidores y Asia goza de economías de escala masivas, Europa está dividida en 27 mercados nacionales con regulaciones, sistemas fiscales y políticas laborales diferentes. Esta fragmentación impide que las empresas tecnológicas europeas crezcan lo suficiente para competir en igualdad de condiciones con gigantes como Amazon, Google, Alibaba o Huawei.

Un ejemplo de ello es la falta de consolidación del mercado de infraestructuras digitales, tal y como destacan los informes Letta y Draghi. Durante las últimas dos décadas, los principales operadores inversores en redes de telecomunicaciones han ido abandonado los mercados nacionales europeos al no poder alcanzar una escala suficiente para obtener un retorno de sus costes e inversiones. La UE cuenta con un total de 48 grandes operadores de redes móviles (ORM) y 351 operadores virtuales no basados en inversiones (OMV), frente a tres ORM en EEUU (más 70 ORVM) y cuatro ORM en China (más 16 ORVM). La base de clientes promedio para las empresas de telecomunicaciones europeas es de 4,4 millones frente a 95 millones en Estados Unidos y 400 millones en China.

Un ejemplo claro de esta limitación es el retraso en la adopción de la tecnología 5G. Mientras que países como Corea del Sur ya disfrutan de una cobertura cercana al 90%, Europa avanza lentamente debido a la falta de armonización en sus marcos regulatorios y de inversión. Este rezago no solo afecta a las telecomunicaciones, sino que también frena la expansión de industrias emergentes como el Internet de las Cosas (IoT) y los vehículos autónomos.

Dependencia tecnológica: un riesgo estratégico

La autosuficiencia tecnológica es el nuevo terreno de juego de la geopolítica global, y Europa está en desventaja. Actualmente, el 80% de las tecnologías empleadas en el continente provienen de terceros países. En sectores estratégicos como los semiconductores, la ciberseguridad y la inteligencia artificial, dependemos de proveedores externos, principalmente de Estados Unidos y Asia.

Un ejemplo de la fragmentación europea es la falta de consolidación del mercado de infraestructuras digitales, tal y como destacan los informes Letta y Draghi

MIGUEL SÁNCHEZ GALINDO, DIGITALES

Esta dependencia no solo pone en riesgo nuestra competitividad económica, sino también nuestra soberanía tecnológica. En un mundo cada vez más digitalizado, donde las infraestructuras críticas dependen de software y hardware avanzado, Europa debe garantizar su capacidad para desarrollar y controlar estas tecnologías clave.

Políticas públicas: un cambio necesario

Para revertir esta tendencia, Europa debe implementar una estrategia ambiciosa y coordinada. El fortalecimiento del mercado único digital debe ser una prioridad absoluta. Esto implica eliminar las barreras regulatorias y fiscales que fragmentan el mercado, facilitar la inversión transfronteriza y crear un ecosistema que fomente la innovación.

Un ejemplo de este enfoque son los proyectos estratégicos de interés común europeo (IPCEI), que promueven la colaboración entre Estados miembros para desarrollar capacidades en sectores clave como los semiconductores y las baterías avanzadas. Sin embargo, estos proyectos deben expandirse para incluir áreas como la inteligencia artificial, la computación cuántica y las tecnologías verdes.

Además, es crucial incrementar las inversiones en conectividad. Según Bruselas, se necesitarán al menos 200.000 millones de euros para desplegar redes móviles 5G en toda Europa de aquí a 2030. Este esfuerzo no solo mejorará la competitividad, sino que también sentará las bases para el desarrollo de industrias emergentes.

Talento digital, la clave para el éxito

Ninguna estrategia tecnológica será efectiva sin un enfoque claro en el desarrollo del talento digital. A pesar de contar con algunas de las mejores universidades del mundo, Europa enfrenta una escasez de profesionales capacitados en áreas como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la analítica de datos.

España se encuentra por encima de la media de la UE en competencias digitales salvo en el porcentual de especialistas en TIC en el que nos encontramos ligeramente por debajo (4,4% frente al 4,8%). Necesitamos 1,5 millones de especialistas TIC para incorporar a empresas y administración; todo un reto para universidades, centros de formación y el conjunto de la sociedad.

Para abordar esta brecha, es fundamental fortalecer la colaboración entre universidades y empresas. Los programas de formación dual, que combinan educación académica con experiencia práctica, pueden ser una herramienta eficaz para preparar a los profesionales del futuro. Además, Europa debe fomentar una mayor participación de mujeres en carreras STEM, un área donde aún se presentan desigualdades.

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