Las políticas de Recursos Humanos que actualmente se desarrollan en las empresas españolas se caracterizan por tener aciertos, pero también carencias importantes. Empezar por reseñar éstas parece, a priori, lo más instructivo para conocer qué es necesario corregir y dónde hay que centrar el esfuerzo.
Entre las áreas de mejora más comunes, nos encontramos con la pésima gestión de la comunicación interna, la deficiente gestión del talento, y la falta de indicadores adecuados para medir los resultados obtenidos.
Estos tres puntos son algunos de los aspectos más importantes a considerar en la correcta gestión de los RRHH de una compañía, que debe apostar, entre otras actividades, por promover los canales de comunicación interna a todos los niveles (ascendente, de los empleados con los directivos; descendente, de los directivos con los empleados; y transversal, entre departamentos), diseñar iniciativas para atraer, desarrollar y fidelizar al
talento, y establecer indicadores adecuados para gestionar.
El desarrollo de estos aspectos, entre otros, es lo que analizan y evalúan las organizaciones expertas en la implantación de buenas prácticas en Recursos Humanos. Como referente a nivel mundial nos encontramos en este sentido, con Investors in People, un estándar que reconoce las buenas prácticas de las empresas en la gestión de las personas.
Actualmente está claro que el empleado es uno de los activos más importantes de una compañía y la escasez de talento en el mercado es uno de los principales problemas a los que se van a enfrentar los consejeros delegados y directores de Recursos Humanos en los próximos años.
Para una organización, tanto pública como privada, poder demostrar que cuenta con un sello de buenas prácticas en RRHH supone un valor añadido tremendo por todo lo que ha tenido que poner en marcha para ser reconocida.
Lo destacado de iniciar un proceso para conseguir una certificación que evalúe las buenas prácticas en Recursos Humanos es que en él se analizan las evidencias prácticas y positivas que han resultado de la puesta en marcha de un modelo de gestión, que tiene como uno de sus principales conductores a los empleados.
Se mide la efectividad de las acciones que una compañía ha implementado para la gestión de las personas y se obtienen datos sobre si su política de RRHH ayuda o no a conseguir resultados. El principal beneficio que recibe una compañía certificada es el reconocimiento de que las cosas se hacen bien en materia de gestión de personas.
Además, ser una organización certificada reporta sustanciales mejoras en tres campos estratégicos: competitividad (satisfacción del cliente, fidelización de personal clave, y mayor productividad), una estructura organizativa (marco afectivo para la gestión de las personas y garantía de alineación de la gestión de RRHH con el negocio), y gestión de las personas (efectividad en la comunicación, aumento de la motivación, y mayor trabajo en equipo).
Un sello de Recursos Humanos, por tanto, reconoce a las empresas que realmente ponen en marcha determinadas políticas que producen resultados positivos que, a su vez, ayudan a conseguir los objetivos estratégicos de la compañía basándose, principalmente, en las personas de su organización.