El profesor Javier Borda define la fábrica del futuro

La obra del profesor Borda pretende definir la Fábrica del Futuro desde “dentro hacia fuera”; desde “lo no obvio a lo evidente y visual”; desde “lo estratégico a lo táctico”; y, en definitiva, desde “el alma al cuerpo”.

Publicado el 09 Jun 2016

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El profesor Javier Borda Elejabarrieta ha vertido en esta obra décadas de estudio y experiencia práctica.

Se trata de un libro para todas las personas que creen en que no hay futuro sin una industria avanzada y potente. Y aunque parte de que el lector conoce la problemática de la producción y sus teorías ya clásicas, como por ejemplo, el Lean Manufacturing, cualquier persona con inquietudes por el futuro tecnológico de la sociedad obtendrá criterios útiles. Está organizado sobre la base de grupos de artículos de contenido afín de manufactura avanzada. Cada uno de esos grupos de artículos es un capítulo con una introducción, y se presenta en un orden lógico desde lo más general a lo particular, terminando en enfoques sectoriales para su aplicación práctica.

La obra del profesor Borda pretende definir la Fábrica del Futuro desde “dentro hacia fuera” desde “lo no obvio a lo evidente y visual”; desde “lo estratégico a lo táctico”; y, en definitiva, desde “el alma al cuerpo”.

Como introducción al libro, resulta muy interesante conocer estas reflexiones de su autor.

Yo viví profesionalmente en los 80 lo que entonces se denominaba CIM (fabricación integrada por ordenador), que pretendía ser una panacea y un modelo de la “única industria posible para el futuro”. En él, las fábricas eran casi totalmente automatizadas y los ordenadores cerraban el lazo de decisiones a casi todos los niveles. Era tecnología mecánica, robótica y electrónica pura y dura; cuerpo y no alma.

Fracasó estrepitosamente; primero porque dejó al margen el papel de las personas a todos los niveles (incluidos operadores) como único motor de desarrollo con su capacidad de asumir y transformar una inteligencia tecnológica distribuida y motivarse con ello. Segundo, porque dejó la estrategia como otra variable independiente de esa tecnología.

El error fue fatal, porque nos llevó a aplicar la ley del péndulo y desterrar lo avanzado, apostando sólo por lo sencillo y elemental, sin darnos cuenta de lo que había fallado no era la adopción de un nivel tecnológico exagerado, sino simplemente la miopía de no haber considerado a éste, las personas, la organización y los resultados como un modelo fuertemente interrelacionado, resonante si se concibe bien, y auto sostenido con avances enormes y sincronizados en cada uno de los cuatro.

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Redacción Computing

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