El sector de las Tecnologías de la Información es el único donde el pez chico se come al pez grande. Microsoft, una pequeña empresa montada por dos jovenzuelos Bill Gates y Paul Allen, fue capaz de tutear en los noventa a todo un gigante azul y ocupar el primer plano de la actualidad durante muchos años, marcando los derroteros de la actividad informática.
Después vendría Google, también obra de dos jóvenes osados y sin complejos, Sergei Brim y Larry Page, los que con el boca a boca han sido capaces de acaparar el escenario de Internet, pillando a contrapie a la firma de Redmond. Pero nadie duerme tranquilo, el héroe de ayer se convierte en villano, y al que madruga dios y el mercado les ayuda. Que se lo digan a Apple, el paladín de la tecnología con glamour y que marca el paso a consumidores y profesionales, que pierden los huesos por tener en sus manos uno de sus tentadores dispositivos.
Ahora la lucha se mueve en el espacio de las redes sociales, y Google trata desesperadamente de no perder ese tren, que tan bien supo coger Facebook, con otro imberbe (Mark Zuckerberg) como gestador de un imperio en tan solo cinco años. La verdad es que al buscador de oro, las redes sociales se han convertido en su talón de Aquiles, y ya cuenta dos fracasos sonados como Buzz (servicio agregado a gmail) y Wave (herramienta de colaboración en línea).
Estas dos intentonas no han cuajado, y es que el que da primero, da más fuerte y no hay más dificultad que nadar contracorriente. Quizá Google Plus, su nueva red que pone el foco en lo círculos sociales, suponga su rehabilitación, pero hay muchas dudas y críticas por parte de los internautas sobre la forma en que se ha puesto en marcha. En este sector tan inaprensible nadie puede dormir tranquilo, siempre hay alguien dispuesto a quitarle el trono.
