El círculo del compromiso

James Wood, director de las líneas Factory y Activplant de Aptean, analiza la importancia de contar con un sistema de producción sincronizado que fomente la implicación de los empleados.

Publicado el 11 Abr 2016

James Wood, director de las líneas Factory y Activplant de Aptean

Para cualquier fabricante, conseguir la máxima eficacia operativa depende del compromiso de sus trabajadores. Se espera que los empleados sean proactivos, recopilen información, detecten y resuelvan problemas y recomienden mejoras.

Por desgracia, su opinión no se tiene en cuenta con demasiada frecuencia, lo que afecta considerablemente a la moral de la plantilla. Los empleados sienten que lo que hacen no sirve para nada, que trabajan «porque sí». Cuando un trabajador tiene la sensación de que las tareas que le encomiendan no tienen ningún efecto positivo ni en ellos ni en su forma de trabajar, enseguida se desvinculan del proceso entero.

Sienten que su opinión no cuenta o, en el peor de los casos, que sus superiores no confían en su punto de vista o en la información que les facilitan. En consecuencia, ven cuestionada su profesionalidad, sienten que no se les valora debidamente y que se les considera simple mano de obra cuya opinión es irrelevante.

Esa es la peor manera de gestionar a las personas, el activo más importante que tienen las empresas. Son profesionales que atesoran años de experiencia y comprenden los problemas de la producción, así que es fundamental que sus conocimientos se recopilen en forma de datos y se transformen en información que la empresa necesita para mejorar la eficacia operativa.

Para lograrlo, hay que encontrar la manera de que los trabajadores se impliquen en la empresa en general.

Herramientas para rendir
Cuando damos a los operarios una herramienta sencilla y poco invasiva que les facilite la tarea, es más fácil recopilar sus conocimientos e introducirlos en el sistema de la empresa. La herramienta debe ser sofisticada y avanzada, de modo que permita presentar las aportaciones de los empleados en tiempo real para que, así, se pueda actuar en consecuencia de manera inmediata y los trabajadores vean que su opinión se tiene en cuenta.

Esta inmediatez es básica. Si esperamos hasta que el turno haya terminado, es demasiado tarde para analizar el desempeño y a menudo la información acaba perdiéndose entre las siguientes tareas. Además, a los empleados les da la impresión de que la empresa no toma decisiones en base a los datos capturados en tiempo real, no sigue una dirección clara y pasa por alto los factores que pueden contribuir a que el negocio vaya por buen camino.

La capacidad de revisar los datos, tanto en tiempo real como en intervalos definidos durante el turno, permiten actuar enseguida para corregir los aspectos ineficaces. Al llevar a cabo revisiones frecuentes, los operarios ven que su aportación se aprovecha para mejorar continuamente. Así notan que la empresa confía en ellos. Así es como se consigue el compromiso. Se sienten motivados para seguir rindiendo al máximo, no solo por sí mismos, sino por el equipo. En otras palabras, no tendrán motivos para irse, lo que por supuesto tiene ventajas empresariales, ya que evita la pérdida de empleados cualificados, así como los costes de nuevas contrataciones.

Además, la satisfacción y el orgullo de sentirse valorados se transmite fuera del lugar de trabajo: a la familia, los amigos e incluso a clientes y empleados potenciales.

Establecer relaciones laborales sólidas y duraderas ?desde la dirección hasta el último empleado? no hace sino fomentar la buena marcha de la empresa.

Si entran buenos datos, salen buenos datos
Desde luego, hacer realidad este «nirvana» operativo depende de la calidad de los datos, del sistema que se use para recopilarlos y de la manera como se utilice el sistema en el día a día.

Eso significa colaborar con un proveedor de software que no solo instale e implante la aplicación, sino que cuente con la experiencia necesaria en el sector para proporcionar un sistema adaptado a los estándares de fabricación. Al mismo tiempo, la solución debe equilibrar las necesidades de la organización con la cultura empresarial para garantizar la concienciación y el compromiso, de modo que los trabajadores lleven a cabo su tarea de la forma más productiva posible. Los empleados que trabajan en producción son quienes pueden detectar los problemas más frecuentes e importantes que necesitan resolverse. El sistema debe diseñarse teniendo esto en cuenta, para conseguir mejoras en áreas clave.

Las empresas pueden tener problemas como por ejemplo el hecho de que generen un exceso de mermas, paguen demasiadas horas extras o no saquen el máximo partido de sus equipos. Son tantos los factores que influyen en la eficacia operativa, que si se descuidan, afectan negativamente al compromiso del trabajador. Le sorprendería saber lo rápido que se amortiza la inversión en un sistema de fabricación adecuado, y no solo en materia de eficacia y rentabilidad, sino también en relación con la satisfacción general de los empleados.

Se cierra el círculo
Ser capaz de detectar en qué aspectos la empresa no es eficaz confiere agilidad en la producción y permite seguir atendiendo las demandas de la producción y de los mercados de forma estructurada y manejable. Al trabajar así, le decimos al empleado: «Este negocio funciona gracias a ti», sea este un operario, un encargado o un analista de datos. Cuando el flujo de datos desemboca en un mar de conocimientos, los encargados de tomar las decisiones están en disposición de identificar las tendencias, crear análisis y realizar cambios positivos.

Tener los datos adecuados y un sistema apropiado para recopilarlos son las claves para desarrollar una cultura empresarial de mejora continua. El círculo del compromiso solo se cerrará si se toman en consideración las aportaciones de los empleados.

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Redacción

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