¿En qué se diferencian y parecen el software de testing, el proceso masivo de datos o documentos, y hasta el desarrollo del módulo de informes de una gran aplicación empresarial? Se diferencian en los conocimientos informáticos precisos para realizarlos, pero se asemejan mucho en que son tareas bastante repetitivas, visuales y que, sobre todo, exigen mucha atención a los detalles. Curiosamente, justo lo que quieren hacer las personas con un Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) de carácter leve. Para muchas personas ‘neurotípicas’ estas tareas acaban resultando muy pesadas, lo que conlleva un rendimiento y calidad decrecientes, y una alta rotación o, al menos, una continua demanda de cambio de rol. Con un sector informático que ya está en claro crecimiento, tenemos ahora una nueva preocupación: ¿cómo atraemos y fidelizamos al talento necesario para estas tareas? Dentro de un movimiento creciente de gestión del talento y, sobre todo, de gestión de la diversidad, cada vez son más las empresas que abrazan la idea de atraer perfiles ‘aparentemente’ fuera de lo normal pero que pueden desarrollar un gran trabajo. Y, como paradigma de este cambio, tenemos a las personas con un TEA leve. De forma resumida, estas personas tienen unas capacidades cognitivas normales o incluso en un porcentaje significativo claramente por encima de lo normal, pero a la vez tienen dificultades serias en la interacción social e incluso en la comunicación oral. Pueden enfrentarse a problemas muy complejos técnicamente y realizarlos con una gran precisión y rapidez, aportando un gran valor en un proyecto. Pero, a la vez, les cuesta participar en una reunión tipo debate, comprender unas especificaciones ambiguas o, simplemente, entender un chiste con doble sentido que se cuenta al final de la reunión.
A estas alturas, el lector estará pensando: “en mi empresa, de estos tenemos muchos”. Cierto, en el sector informático abunda este perfil, y muchas veces es referenciado como ‘friki’. Pero, para muchas personas con un TEA leve, las puertas de las empresas no se les han llegado a abrir. Sus dificultades sociales son un poco más notorias, y han acabado por abandonar los estudios o simplemente por no encajar en el mundo laboral. Estas personas con TEA suelen tener una gran capacidad de concentración, una encomiable tenacidad para realizar tareas repetitivas, mucha capacidad visual, muy buenas aptitudes lógicas y matemáticas y, en suma, lo que muchos definen como una “pasión por los detalles”. Esto les hace muy válidos para procesos de BPO, de ejecución y automatización de pruebas de software, de análisis de datos de big data o de monitorización de sistemas y redes, por poner algunos ejemplos. La experiencia en diversos países de empresas dedicadas a proporcionar formación específica, apoyo tipo ‘coaching’ de la mano de psicólogos especializados en TEA, y un puesto de trabajo en el sector informático a estas personas está siendo todo un éxito. Rendimientos por encima de la media y siempre crecientes, una cierta ‘intolerancia’ a los errores, una rotación mínima y una mejora continua a nivel técnico muestran que una gestión adecuada de la diversidad y una apuesta por la inclusión laboral de las personas con TEA, más allá de su valor social, pueden ser muy rentables en términos económicos.