Una nueva conversación

El cloud computing representa una nueva generación de oportunidades para incrementar la eficacia y la eficiencia en la gestión de las Tecnologías de la Información.

Publicado el 23 Feb 2011

El cloud computing representa una nueva generación de oportunidades para incrementar la eficacia y la eficiencia en la gestión de las Tecnologías de la Información en las empresas y, paralelamente, mejorar la competitividad de las organizaciones españolas en un mercado global. Y, precisamente, lo consigue fusionando lo mejor de las fuerzas motrices que han impulsado la industria de TI en los últimos diez años: PCs, movilidad, Internet, banda ancha, virtualización, centros de datos corporativos…   A medida que se avanza en el desarrollo de aplicaciones basadas en la nube, crece el número de empresas y organismos públicos que están valorando este tipo de soluciones y migrando parte de sus sistemas de información a este nuevo paradigma, incrementando la flexibilidad, escalabilidad y rendimiento de sus centros de datos y obteniendo, de forma paralela, una considerable reducción en sus gastos.
El cloud computing supone, además, una mayor agilidad para las organizaciones a la hora de lanzar un producto o servicio al mercado, establecer nuevas conexiones con los clientes a través de nuevas aplicaciones o establecer nuevas herramientas para usuario final, tanto en el ámbito empresarial como en el doméstico. Pero la progresiva adopción del paradigma de informática en la nube implica también importantes desafíos, el primero de los cuales está relacionado con la evidencia de que el cloud computing debe convivir con infraestructuras existentes que deben mantenerse, garantizándose el servicio ofrecido y la coexistencia de aplicaciones en el tiempo. La nube exige, además, el redimensionamiento de la infraestructura de banda ancha en todo el mundo, con el fin de soportar el incremento del tráfico de datos. Para poder soportar la transformación hacia el modelo de informática en la nube será necesario contar con la participación de los gobiernos en la puesta en marcha de estas infraestructuras.
El cloud computing modifica también de forma trascendental las relaciones existentes entre empresas y clientes, así como entre gobiernos y ciudadanos. Los usuarios de los diferentes servicios cloud (ya sean públicos o privados) exigen conocer cómo se utiliza y protege su información privada en la nube.   Ligado a este nuevo reto, aparece el desafío de la seguridad, que está obligando a definir nuevos niveles de protección y de redundancia de los datos con el fin de garantizar la integridad de la información almacenada en la nube. La tercera dimensión asociada a este cambio en la relación entre clientes y ciudadanos con empresas y gobiernos tiene que ver con la soberanía de los datos y la definición de la legislación a aplicar en el caso de delitos asociados a información almacenada en servidores en la nube.

Nuevas responsabilidades
Además de oportunidades y desafíos, el modelo de informática en la nube supone nuevas responsabilidades para todos los actores implicados, empresas de tecnología, operadores de telecomunicaciones, entidades regulatorias, gobiernos, etc.
En este sentido, la industria de TI debe asumir la responsabilidad del desarrollo de nuevas tecnologías para proteger sus redes y garantizar la privacidad e integridad de la información manejada. Del mismo modo, es imperativo que se pongan en manos de los usuarios herramientas que permitan interactuar de manera sencilla en un entorno cloud, así como que se establezcan normas de conducta y de buen gobierno consensuadas por la industria, aplicables en el entorno de la informática en la nube.
Por su parte, las entidades regulatorias y las Administraciones Públicas deben evaluar la necesidad de modernización de la regulación sobre privacidad y seguridad con el fin de adaptarla a la nueva realidad de un modelo de proceso que supone la gestión de la información en un entorno transfronterizo.
En este sentido, urge el establecimiento de una mayor coordinación global entre gobiernos para responder a los desafíos sobre cuestiones de soberanía de la información. Por último, la nube supone un paso más en los aspectos de sostenibilidad medioambiental ligados a la gestión de la infraestructura tecnológica que soporta los negocios.
La utilización de esquemas cloud computing permite obtener ahorros muy importantes en consumo energético y emisiones de carbono. De hecho, un estudio encargado por Microsoft a Accenture y WSP revela que cuando las empresas mueven sus aplicaciones a la nube, pueden reducir el consumo de energía y la huella de carbono por usuario hasta en un 30%; porcentaje que se eleva hasta un 90% en el caso de una pyme. Y es que cuanto más pequeña es la organización, mayor es el beneficio de apostar por el cloud.   Aunque el cloud implica importantísimas eficiencias de costes, su impacto no puede ser solo medido en estos términos, porque va mucho más allá en la medida en que tiene un gran potencial para transformar las propias organizaciones.
El potencial es abrumador, y para extraerlo al máximo no solo hace falta tecnología de vanguardia, sino alianzas públicas y privadas sólidas que se extiendan a lo largo de todos los sectores de actividad.
La nube trae consigo oportunidades, pero también, como hemos visto, retos y responsabilidades. Estas oportunidades, desafíos y responsabilidades exigen la creación de una nueva conversación en torno a la nube: una conversación entre los organismos públicos y la industria de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que también involucre al mundo universitario y de la investigación.
Cuanto antes iniciemos esta conversación y cuantos más actores impliquemos en ella contribuyendo con hechos, información e ideas, en mejor posición estaremos para extraer el máximo partido al cloud computing.

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Redacción Computing

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