Hace ahora ya un año, el sistema docente español, desde las escuelas de educación infantil y primaria hasta los grados universitarios, se ha visto obligado a realizar un brusco proceso de transformación digital. El detonante, como en muchos otros sectores, ha sido la pandemia de la COVID-19, que obligó a profesores, alumnos y personal administrativos a trabajar y aprender desde casa mediante clases online.
Al igual que ha ocurrido en el tejido empresarial y laboral, lo que parecía que iba a ser una solución temporal se ha acabado imponiendo como un nuevo modelo educativo. Hoy en día, las universidades españolas han implantado un sistema en el que los alumnos van rotando para asistir al centro, mientras que el resto accede a la clase mediante videoconferencia.
La universidad se está transformando para permitir un acceso más amplio a los alumnos y esta es una ventaja que no puede desdeñarse
Esto hace que nos planteemos varias preguntas. La primera de ellas, si se retornará a la presencialidad total. Parece difícil que esto sea así. La universidad se está transformando para permitir un acceso más amplio a los alumnos y esta es una ventaja que no puede desdeñarse, ya que jóvenes de toda la geografía nacional e internacional podrían acceder a cualquier universidad sin tener que cambiar su lugar de residencia. Esto facilitaría el acceso a la universidad de alumnos que a día de hoy no pueden costearse una carrera lejos de sus casas o que necesitan permanecer junto a sus familias por motivos de cuidado o de ayuda en el medio rural.
¿Se está protegiendo la información?
La siguiente pregunta que nos formulamos es: ¿se está transformando la universidad digitalmente de la forma correcta? Es decir, además de cubrir la necesidad de acceso online, ¿se están habilitando soluciones para proteger la información, la privacidad y los datos de alumnos y de profesores?
Durante los primeros meses de pandemia, y dado que la situación fue inesperada para todo el mundo, el personal docente tuvo que empezar a utilizar herramientas a las que no estaba acostumbrado, muchas de ellas ajenas a las plataformas educativas, y que en numerosas ocasiones tenían problemas de seguridad, pero que les ayudaron a cumplir su propósito más inmediato: la enseñanza online.
Debido precisamente a esta falta de previsión y a la precipitación con que se tuvo adoptar el trabajo en remoto, hubo quien decidió sacar provecho y los ataques de ransomware aumentaron de forma exponencial. Las víctimas: hospitales, empresas que habían comenzado a teletrabajar y universidades.
A nivel mundial han sido muchos los centros educativos que han sido víctimas de ciberataques. En España a comienzos de este año, la Universidad de Granada sufrió un ataque de denegación de servicio, que en años anteriores habría supuesto un problema, pero este pasado enero, con las clases presenciales suspendidas, el impacto fue mayor.
El robo de información o filtración de datos privados también son problemas que preocupan a las universidades y que se deben tener en consideración, especialmente para garantizar el cumplimiento de normativas como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR).
Áreas de prioridad para el departamento de TI
A día de hoy, son varias las instituciones educativas que se han planteado y que están llevando a cabo procesos de modernización tecnológica para dotar a su personal y a los estudiantes de soluciones que les faciliten una enseñanza online de calidad y segura.
El Ministerio de Universidades va a destinar más de 142 millones de Euros provenientes de los fondos de recuperación de la Unión Europea para modernizar las infraestructuras de los centros educativos, facilitar el acceso a herramientas colaborativas seguras, apoyando de esta forma la digitalización del sector, así como mejorar las competencias en tecnologías de los docentes. También para implementar proyectos de big data que ayuden a analizar la situación y los problemas de las instituciones educativas.
Las universidades tienen ante sí una buena oportunidad para asegurar que la tecnología que van a implementar pueda ofrecer la protección, la accesibilidad y las herramientas necesarias que les permitan adaptarse al futuro y a las nuevas necesidades que puedan surgir. Ahora y en el futuro.