En el contexto de la globalización económica a nadie se le escapa que hay un mayor dinamismo en los negocios provocado, entre otras cosas, por un incremento de la productividad y un interés mayor por la diferenciación para incrementar la competitividad. Por ello, se habla tanto de que los departamentos de TI deben alinear su estrategia tecnológica con la política corporativa. Y ahí es donde encaja una de las actuaciones que más ahorro de costes produce aportando valor al negocio y que es el outsourcing de las TI.
Primero se empezó por externalizar el personal, y ahora es la gestión de los activos tecnológicos, pero empieza a vislumbrarse una tendencia enfocada a mejorar la calidad como elemento diferenciador. El objetivo, incrementar la eficiencia en la prestación de servicios, y en el caso de esta tertulia organizada por Computing en colaboración con la Factoría de Pruebas de Métodos y Tecnología, de servicios de comunicaciones. Y favorecer esta eficacia, principalmente de cara al cliente, pasa por comprobar la calidad del software mediante un servicio integral de pruebas de calidad.
Pero, como citaba Gerald Weinberg en su libro The psychology of Computer Programing de 1971, “el ojo humano tiene una capacidad casi infinita para no ver lo que no quiere ver”. Por eso se recomienda externalizar este servicio de pruebas a un proveedor independiente porque como señala César Clavero, director de Bid & Offer de Thales Enterprise Services, “es bueno tener esos servicios porque se da valor añadido a los clientes. El objetivo en un servicio de pruebas es que no se tenga ningún tipo de fallo cuando finalice la implantación de un sistema, porque el impacto que tiene en un cliente que se encuentra con errores es muy alto. Además un especialista en pruebas, en la mayoría de los casos, sabe más que un responsable de TI”.
Sin embargo, hay que poner estas pruebas en un contexto más general y no sólo probar el software o el sistema instalado, también es preciso integrar el factor humano como cargar un software antes de ponerlo en producción. “No es lo mismo poner en marcha un sistema con 100 usuarios que con 1.000. Es un parámetro muy importante a tener en cuenta matizándolo con el entorno de utilización en escala real. Además desde BT vemos la necesidad de hacer no sólo pruebas parciales, sino totales, de principio a fin, y no sólo tener las pruebas a escala de producción”, añade Alain Sánchez, director de Soluciones Avanzadas de BT.
Y es que si desde el principio del proyecto, en el diseño por ejemplo, también participa un especialista en pruebas, luego es mucho fácil evitar pequeños fallos que no se han detectado desde el inicio. Algo muy importante para un proveedor de servicios, ya que en este contexto, hay que tener en cuenta que el servicio que se proporciona al cliente final es lo más importante y, sobre todo, como él lo recibe, por lo que la realización de pruebas de calidad debería ser percibida por él, pero no verse afectado por su ejecución. Y este servicio es, como apunta Paloma Pérez, asesora independiente en SQA (Software Quality Assurance), “algo muy valorado por las organizaciones. Es un tema que ha fallado mucho en los últimos años porque la realización de pruebas pesaba mucho sobre el usuario y su incidencia era muy alta. Antes podía llevar dos meses hacer las pruebas y ahora con una metodología clara tan sólo lleva un par de semanas”.
De hecho, como asegura José Manuel Fernández-Amigo, director comercial para Operadoras de 3Com, “el testo de pruebas de comunicaciones es muy importante ya que se realizan pruebas asociadas al lanzamiento de un producto nuevo, no sólo para comprobar la fiabilidad del servicio, también pruebas regresivas, que son las que más nos afectan por las modificaciones que es preciso realizar. Pero si hay unos procesos bien afianzados y con personal especializado que sabe priorizar las pruebas por requisitos críticos del negocio, entonces no hay problema”.
La valoración de los costes
Efectivamente, aparte del time-to market en el lanzamiento de nuevos productos y servicios, hay otro problema crucial y es los costes, uno de los gastos más difíciles de justificar dentro de una organización, sobre todo ligándolo a la realización o externalización de pruebas. Por ejemplo, para empresas como GMV, le preocupan “los costes asociados a la verificación y garantía de que el sistema se va a comportar en un 99,99 por ciento como yo quiero. Sin embargo, esto en el mundo de la tecnología no existe porque además el cliente no lo percibe, pero sí cuando las cosas fallan. Garantizar el software desde el punto de vista de la seguridad es algo que el mercado no reconoce, ni siquiera la Administración Pública paga por esos servicios, por ejemplo, de encriptación. Por tanto, desde la perspectiva de los servicios, la externalización de las pruebas constituye un gran reto, que a su vez es un gran mercado potencial para el outsourcing. Sin embargo, falta ese estado del arte para dar esa garantía”, explica Roberto López, consultor de Seguridad de GMV.
Una de las razones que casi permiten justificar estos gastos es que casi todo el mundo valora cuántos fallos se han producido, pero menos del 20 por ciento de las compañías saben valorar el impacto y lo que verdaderamente supone un fallo. Y “en sistemas de misión crítica se pueden perder ventas y beneficios e incluso vidas humanas y no cumplir ciertas regulaciones como de contaminación por ejemplo. Todo esto hay que valorarlo. A lo mejor una batería de pruebas parece cara e igual no se valora pero a la larga es mucho peor tener un fallo del sistema”, declara César Clavero.
Del mismo modo opina José Manuel Fernández-Amigo de 3Com, “en el negocio de la voz IP, por ejemplo, no nos podemos permitir el lujo de tener una incidencia en la calidad del servicio, no se admiten fallos en la comunicación Y lo peor que puede ocurrirnos es el desvanecimiento del servicio por lo que la calidad se presenta como un nuevo reto”.
Por eso, ¿qué estrategia hay que seguir para hacer entender a la gente toda esta parte de costes?, planteaba Ignacio Zamorano, director de Operaciones de Data Center de Colt Telecom, durante el transcurso de la tertulia. “Muchas empresas no son conscientes de los errores que tienen sus sistemas por lo que muchos servicios no sirven si no concienciamos de que las pruebas son necesarias. Suelen sacar un aplicativo sin conocer los errores que pueden llevar asociados. Nosotros hacemos pruebas internas para nuestros aplicativos pero luego nuestros clientes, sobre todo los españoles, no tienen el conocimiento, salvo las grandes organizaciones, de esos costes provocados por los errores y del impacto que implican. Tienen prisa en sacar el aplicativo y al final como el sistema esta caído, todo el proceso es un fracaso”.
En este punto, Shahab Hosseini, director de Operaciones Globales para el Suroeste de Europa y Norte de África de Siemens, trató de responder a la pregunta de Zamorano señalando que, “en España, como en otros países, ninguna empresa, según la ley, está obligada a firmar un acuerdo de seguridad salvo las compañías aeroespaciales o las que juegan con vidas humanas. En este caso, al ser una obligación penal no exige un cálculo del ROI sino de no ir a la cárcel. Y ahí no se escatiman en gastos porque es una responsabilidad penal. Pero ninguna compañía comercial ha mirado cuál es el gasto que se origina si la aplicación falla. Siempre hablan de calcular el retorno de la inversión pero es un cálculo pragmático porque nadie hace el cálculo de si el sistema se queda parado”.
Por ello, Paloma Pérez recomienda realizar un grupo de pruebas transversal independiente “porque no se puede dar la visión integradora de todos los procesos. Además no puede ser la misma metodología de pruebas para todas las compañías, tiene que ser especializada para cada tipo de empresa. Y es importantísimo que sea un grupo de pruebas muy alineadas con el negocio, que estén ayudando a poner en valor el negocio junto con la propia compañía”.
Sin embargo, esta independencia constituye a su vez una traba más para externalizar la realización de pruebas. No todas las empresas están dispuestas a sacar fuera información de su negocio. “El reto de sacar la aplicación del entorno del cliente obliga a documentarlo y comparar los requerimientos de los usuarios. El 20 por ciento de los costes asociados a un fallo es la falta de documentación de un programa, entre las líneas de código. Si estas palabras son en chino el coste crece. Y el idioma es muy importante”, apunta Alain Sánchez de BT. Por eso aquí se plantea la duda de qué es mejor, si offshoring o nearshoring.
César Clavero de Thales avisa que en el offshorirng de pruebas hay que ser cauto. “Se suelen hacer en India por un tema de costes pero en el ámbito de las pruebas hay que tener cuidado. Llevarlo fuera es complicado por lo que nosotros somos más partidarios de que las pruebas se hagan cerca del cliente”.
Por su parte, Shahab Hosseini de Siemens, señala que, “en cuanto a offshoring, nuestra experiencia nos dice que para el desarrollo, el centro de offshoring puede ser un centro de fabricación, pero estamos en contra de que sea un centro de pruebas. Los centros de offshoring bien sea en Rusia, Rumania, China o India tienen una rotación de profesionales brutal. Y estamos viendo que el incremento de costes en los centros va en función del tiempo porque no produce. Hoy la documentación la hacen en hindú, mañana en chino y pasado mañana en cirílico. Por eso tenemos que estandarizar porque esos centros de offshoring se van desplazando por el mundo para garantizar que el trabajo continúe. Pero opino que el tema de las pruebas tiene que hacerse en los países desarrollados por el ciclo económico ya que además no hay tanta rotación. En Europa el promedio es de cinco años, y estas rotaciones de calidad de los procesos sí pueden hacer daño. Por eso distinguimos nearshoring para garantizar la calidad. España es estable con poco índice de rotación, y eso asegura la calidad del control y reduce los costes de formación. Offshoring lo dejamos más para una cuestión de costes”.
En este sentido, 3Com apuesta por Latinoamérica ya que, “hay que aprovechar la creatividad latina para ser la gran plataforma de desarrollo europea. El mayor activo de este país es el idioma y unido a la creatividad latina, que es espectacular, es una gran apuesta. Pero no se porqué los españoles no sabemos jugar bien estas bazas”.
En este tema, Paloma Pérez abogaba por un equilibrio. “Determinadas pruebas se pueden hacer en offshoring, como las actividades más rutinarias, las de perfil más bajo. Pero hay ciertas actividades, más ligadas al cliente, que es mejor que las realice un analista de pruebas más conocedor de las necesidades del cliente. En conclusión, las pruebas se pueden hacer fuera y no sólo en China o India, Latinoamérica puede ser un buen sitio para testear los servicios de España, pero siempre aplicando el sentido común”, concluye.
La importancia de la calidad del software
El buen funcionamiento de un sistema informático es algo prioritario a la hora de proporcionar un servicio, pero comprobar y garantizar su eficiencia y rendimiento no es una preferencia para muchas empresas, que no saben cómo justificar el gasto que implica realizar una batería de pruebas de calidad. Sin embargo, conocer el impacto económico que un fallo del sistema puede provocar, y que supera con creces el coste de las pruebas, está induciendo a muchas organizaciones a poner en marcha un proceso de testeo. Y aquí el outsourcing de pruebas se perfila como la opción más atractiva para dotarse de independencia y garantía, analizando desde el hardware hasta el software pasando por las telecomunicaciones.
Como señala Santiago González, director comercial de Métodos y Tecnología, “nosotros veíamos que faltaba algo, y era que los fabricantes de hardware y de software tienen sus pruebas de rendimiento, pero para la transacción completa era preciso abordar las telecomunicaciones. Nosotros hemos aplicado técnicas para probar transacciones de comunicaciones de negocio lanzando actividades de formación especializada para dar a los usuarios finales una visión más completa del proceso. Hemos creado un banco de inyección de pruebas para provocar los fallos y ver cómo los sistemas responden. Y simular todo este proceso optimiza costes y mejora la eficiencia del servicio proporcionado”.
Especialización frente a compañías más generalistas e independencia con respecto a grandes proveedores de software es lo que el mercado demanda, constituyéndose como un negocio emergente en nuestro país, que refleja cómo las compañías cada vez se preocupan más por la repercusión de los procesos de software en sus objetivos de negocio.
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