Océanos libres de plástico

Luis Losada Lara, Public Sales Manager and Sustainability Lead. Dell EMC España

Publicado el 19 Jul 2017

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El océano es una fuente de recursos para todos, por lo que también es propiedad de todos. Sin embargo, la degradación que sufre parece no ser responsabilidad de nadie. La destrucción de los mares significa la destrucción de la humanidad y, no nos engañemos, ninguno de nosotros está libre de culpa.

El océano genera más del 70% del oxígeno del planeta. Asegurar su salud es garantizar la salud y el bienestar de las personas, además del de nuestras economías. Pero el consumismo, los comportamientos irresponsables y una insuficiente infraestructura de reciclaje han causado daños tan extremos que nos encontramos a punto de cruzar una línea de no retorno.

La destrucción de los mares significa la destrucción de la humanidad

La crisis global que afecta a los océanos es preocupante, pero también representa una oportunidad para que las empresas replanteen sus prácticas. Una de las armas que utilizamos contra los océanos es el plástico, y creo que si no nos gusta la imagen de encontrarnos nuestra marca flotando cerca de cualquier playa del mundo, ha llegado el momento en el que las empresas comencemos a responsabilizarnos de todo el ciclo de vida de los productos que contengan plástico a través del impulso a un modelo de economía circular, en el que el plástico vuelva a utilizarse una y otra vez.

Una cadena de suministro de plástico sin fin

El plástico es el material más utilizado en la economía moderna. Lo normal es que se utilice solo una vez y luego se deseche. En zonas que carecen de infraestructuras de reciclaje, estos plásticos acaban en el mar.

Como basura flotante, el plástico se fotodegrada en partículas tóxicas que permanecen invariables durante cientos de años. Estas partículas son lo suficientemente pequeñas para mezclarse con el plancton, pasando a formar parte de la cadena alimentaria de la fauna marina y, por lo tanto, de la cadena alimentaria de las aves y de las personas. En este punto, creo que no es necesario acudir a estudios científicos que demuestran la relación de la ingestión de plástico con enfermedades como el cáncer. Es, simplemente, un tema de sentido común. Comer plástico no es lo mejor para nuestra salud.

Por otra parte, sin contar el impacto económico relacionado con la salud, la ONU estima que el plástico marino causa unas pérdidas de 13.000 millones de dólares en sectores tan dispares como el turismo o la pesca.

El problema ha alcanzado una magnitud casi inconcebible. Cada año al menos ocho millones de toneladas de plásticos acaban en los océanos, lo que equivale a tirar el contenido de un camión de basura cada minuto. Si esto continúa así, se espera que en 2025 los mares acaben presentando una proporción de una tonelada de plástico por cada tres toneladas de pescado, y que en 2050 ya haya más plástico (en peso) que pescado. Atención al dato, más plástico que pescado.

La ONU estima que el plástico marino causa unas pérdidas de 13.000 millones de dólares

La solución a esta realidad es complicada y, por supuesto, eliminar el pescado de nuestra dieta no es la respuesta. Lo que proponemos y ya estamos haciendo en Dell es incorporar prácticas eficientes con respecto al abastecimiento y reciclado del plástico que utilizamos tanto para nuestros productos como para sus embalajes.

Más concretamente, lo primero que hicimos en Dell con respecto al plástico oceánico fue llevar a cabo un estudio de viabilidad para determinar si era factible utilizar este tipo de plásticos en los embalajes de nuestros productos. Las conclusiones fueron positivas, por lo que pusimos en marcha un proyecto piloto que se inició en Haití en 2016 y que incluía tanto la recogida de plásticos en canales y playas como su reciclaje y su incorporación a la cadena de suministro sostenible de la compañía, incorporándolos así a una nueva cadena de economía circular.

La cadena de suministro de plásticos oceánicos de nuestro proyecto se compone de múltiples etapas. En primer lugar, los partners de Dell interceptan los plásticos oceánicos en canales, costas y playas antes de que lleguen al océano. El segundo paso es el procesamiento y refinado de los plásticos usados y la mezcla del plástico oceánico (25%) con otros plásticos HDPE reciclados (el 75% restante) procedente de botellas y recipientes de alimentos. Finalmente, las escamas de plástico reciclado resultantes se moldean para dar lugar a nuevas bandejas de embalaje; se embala el producto y se entrega al cliente.

Con este plan estimamos que solo en 2017 evitaremos el vertido de 7,2 toneladas de plástico al mar. Seguramente no es suficiente, aunque no podemos dejar de sentir cierto orgullo al poder decir que desde 2008 ya hemos utilizado un total de 22.500 toneladas de plástico reciclado en nuestros productos, alcanzado el objetivo que nos habíamos marcado para 2020. Lo que está claro es que con la decisión y colaboración de todos los sectores empresariales, gobiernos, ONGs y ciudadanos será posible detener la marea plástica.

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Redacción

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