Monetizando el conocimiento en Pruebas de Software

Ignacio López Carrillo, Director del área de Gobierno de Pruebas de LEDAmc.

Publicado el 10 May 2017

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Las actividades relacionadas con las pruebas son una actividad crítica del proceso de construcción del software. Sin embargo, muchas veces se considera que hacer pruebas puede hacerlas cualquiera. Desde el punto de vista de la capacidad del ser humano, es cierto que cualquier persona puede llegar a hacer cualquier cosa. Pero para ello hace falta tiempo, formación, capacitación y esfuerzo. Aun no se ha inventado una inyección que sea capaz de conseguir que una persona adquiera de repente el conocimiento y experiencia de otra que lleva haciendo ese trabajo unos años.

Hay un dicho español que dice que la experiencia es un grado; pero todos tenemos claro que una persona con experiencia en un tema es capaz de hacer una actividad más rápido y mejor que una persona sin experiencia y formación. En general el conocimiento y la experiencia están relacionadas con la productividad y la efectividad. Es decir, cuanto más sepas de un tema lo harás más rápido y además lo harás mejor.

El problema está en que asumimos esa diferencia de conocimiento y experiencia pensando que afecta al desempeño del trabajo de esa persona, pero no demasiado. En definitiva, el problema está en la ausencia de una medición adecuada del conocimiento y experiencia de las personas en términos económicos (que es lo que todo el mundo entiende).

Caso real de Pruebas de la monetización del conocimiento en pruebas de software

Con las pruebas de software pasa exactamente lo mismo… Os pongo un ejemplo real que refleja esta situación.

Un equipo haciendo Pruebas del software producido en una compañía de Seguros desde el año 2010 probando la implantación de un producto de Seguros de una compañía española. Fruto de este trabajo el equipo ha probado más de 2.500 proyectos, ha creado y ejecutado más de 70.000 pruebas y ha detectado más de 5.000 defectos que se han solucionado.

Este equipo está formado por personas que no solo saben mucho del producto implantado y de Seguros, sino que además tienen una certificación oficial reconocida por el fabricante del producto que reconoce su capacitación y experiencia en probar dicho paquete de Seguros. Además, se da la circunstancia de que este equipo es el único en España con experiencia en hacer estas pruebas y conseguir que la calidad final sea la esperada por el cliente.

Imaginar ahora un nuevo proyecto en un nuevo cliente, que decide implantar el mismo producto de Seguros y que, en lugar de contar con ese equipo de esa empresa, que es la que más experiencia tiene (de hecho, es la única) en probar la implantación de dicho producto, decide contratar a otro equipo de otra empresa pensando que como su tarifa de hora-hombre es más barata que las del equipo experto se ahorrará dinero.

Desde el punto de vista del nuevo cliente parecería lógico pensar que el primer equipo podría ser más caro que el segundo, pero esto es así solo porque no estamos acostumbrados a convertir nuestro conocimiento en elementos tangibles (euros u horas) y nos quedamos normalmente a nivel de percepciones, opiniones y sentimientos, esperando que la otra persona tenga nuestra misma percepción, tenga nuestra misma opinión y sienta lo mismo que sentimos nosotros. Y esto casi nunca es así. Lo único objetivo que tiene la otra persona es un precio de hora-hombre, y si solo compara eso vamos a perder seguro.

Desde el punto de vista del nuevo cliente parecería lógico pensar que el primer equipo podría ser más caro que el segundo

Veamos ahora qué podríamos haber hecho para que ese cliente tuviera una percepción distinta y unos datos objetivos más amplios y precisos que le ayudasen a tomar una mejor decisión.

Como este equipo es el único que tenía experiencia, vamos a considerar que un nuevo equipo debería moverse en unos parámetros de productividad y efectividad similares a las que el equipo experto tenía en su primer año de trabajo.

Como se ha medido desde el primer año los principales indicadores de las actividades del servicio de Pruebas, se ha registrado que en seis años se ha conseguido mejorar la productividad de diseño de pruebas en un 63%, la productividad en la ejecución de pruebas ha mejorado en un 50%, y la efectividad de detección de defectos ha mejorado en un 168 %.

Estos números pueden parecer muy buenos, pero ¿realmente qué significan? y ¿qué implicaciones tienen?

La primera interpretación sería que para realizar las mismas pruebas y detectar el mismo volumen de defectos, el tamaño del equipo requerido sería un 62 % menor si lo realizase el equipo experto.

¿Pero qué ocurriría si se asignase el mismo tamaño de equipo y lo realizarse alguien sin experiencia?

En este caso, en un proyecto de duración de un año y de un tamaño mediano (unos 5.000 puntos función), muy probablemente habría un retraso de seis meses para detectar y corregir el mismo volumen de defectos, o bien quedarían sin detectar y corregir más de 1.100 defectos (casi un 40% de los defectos no se detectarían).

¿Y cómo se traduciría esto a euros?

Pues suponiendo, por ejemplo, que el equipo más experto pudiera ser 15% más caro, eso implicaría al elegir un equipo más experto, el conocimiento del equipo su mayor productividad efectividad supondría un ahorro estimado de 170.000 €. Lo cual equivaldría a casi un 30 % de ahorro.

Si aceptas un buen consejo: contrata siempre al equipo experto y controla siempre su productividad y efectividad (no basadas en el esfuerzo, sino en la producción real) y compara los costes reales.

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Redacción Computing

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