El Mobile World Congress se ha convertido en la meca de la tecnología, un lugar de peregrinación casi sagrado para medio mundo; y Barcelona, pese a la huelga de transporte público, estuvo a la altura de los 100.000 visitantes provenientes de 204 países (según cifras oficiales), que abarrotaron la Fira de Gran Via de Hospitalet. Este año hubo un 6% más de asistentes, con 5.000 consejeros delegados que presenciaron en vivo una feria que congregó a 2.200 expositores. Pese a este éxito cuantitativo, no hay quorum en el aspecto cualitativo.
Los escépticos hablan de que no hubo grandes anuncios, que los wereables estuvieron en muy segundo plano, así como que escasearon inventos futuristas, especialmente para el automóvil. Algunos profesionales se quejan de que se ha convertido en un fenómeno de masas y hay más lugar para el espectáculo que para el networking de negocio. Sea como sea, la feria no deja indiferente a nadie y es el gran escaparate donde los fabricantes asiáticos lucen sus modelos para eclipsar precisamente al que siempre brilla por su ausencia y cuya sombra sobrevuela en cada anuncio (léase Apple).
Efectivamente, el gran protagonista ha sido el móvil, con Samsung y LG a la cabeza, con sus ya, antes de nacer, míticos S7 y G5, así como una pléyade de novedades que comentamos en las páginas siguientes (44-46). Mirando en detalle los gadgets que se presentaron, se podría inferir que los fabricantes han apostado sobre seguro, con móviles bien diseñados y potentes (gracias al nuevo Snapdragon 820 que se impone como arquitectura de procesador), pero con las funciones de siempre, aunque optimizadas. Habrá que esperar a la próxima edición del MWC para ver productos con la nueva eSIM o SIM integrada, lo que sin duda animará el mercado de los smartwaches.
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