La Bolsa tecnológica pasa de la euforia a la decepción

Tras unos meses en que las empresas con un modelo económico basado en Internet vivieron momentos de euforia caracterizados por un rally en sus cotizaciones que parecía durar siempre, el mes de marzo significó su punto de inflexión.

Publicado el 23 Ene 2001

Tras unos meses en que las empresas con un modelo económico basado en Internet vivieron momentos de euforia caracterizados por un rally en sus cotizaciones que parecía durar siempre, el mes de marzo significó su punto de inflexión. A partir de ahí, la curva descendiente aún no ha encontrado su fin. Tan sólo un dato el índice Nuevo Mercado, que reúne a las tecnológicas de la Bolsa de Madrid, inició su andadura en los 10.000 puntos para a punto de cerrar el año 2000 alcanzar niveles que rondan los 3.500 puntos.

Todo comenzó en el citado mes de marzo. Hasta entonces todos habían sido días de vino y rosas en los parqués de todo el mundo, empujados por un Nasdaq, índice tecnológico en la Bolsa neoyorquina, que apostaba por la novedad y el crecimiento de los valores basados en la nueva economía como forma de evolución. La llegada de este tipo de compañías sirvió de revulsivo para unos inversores que hasta la fecha habían estado demasiado ligados a las empresas de la llamada vieja economía.

En España el paradigma fue Terra Networks, que a mediados de noviembre comenzó a cotizar en los 14 euros y alcanzó su pico a finales de febrero con un máximo de 139,75 euros por título. El caso de Indra, otra de las representativas que cotizan en el creado en el mes de abril índice Nuevo Mercado, es similar pero aún, si cabe, más espectacular. De unos índices inferiores a siete euros al comenzar diciembre de 1999, el título fue escalando posiciones hasta alcanzar los 11,20 euros a principios de febrero. Lo más espectacular llegó en esa fecha cuando, en apenas una semana, el precio de la acción llegó a cotas de 15,65 euros.

Por aquel entonces, amparados en unos tipos de interés que se mantenía aún razonablemente bajos, surgían como la espuma nuevos proyectos que abordaban el comercio electrónico en sus más diferentes variantes (desde ISP, incubadoras, portales, plataforma B2B, B2C, etc.).
Sin embargo, a partir del mes de marzo el esprint bursátil de los valores tecnológicos se sesgó de repente. Los primeros resultados económicos negativos, junto con la subida de los tipos de interés, fueron los detonantes que hicieron sonar las primeras señales de alarma. Los números del primer trimestre comenzaron a dejar en evidencia a las empresas Punto com al situarse por debajo de las expectativas previamente apuntadas. Aumentaban los ingresos pero no los beneficios. Eran los primeros síntomas de que conseguir iba a ser más complicado de lo que se preveía en un principio.

Además, este tipo de empresas necesitaba más y más inversión con lo que la subida del precio del dinero, en Estados Unidos hasta el 6,25 por ciento, era un gran lastre en la evolución de las tecnológicas.

A partir de ahí, los índices iniciaron su carrera a la baja al tiempo que se hacía pública la primera quiebra sonada entre las empresas de comercio electrónico en la Red el portal de compra de prendas de vestir Boo.com.

En España, tras su estreno en el mes de abril partiendo de los 10.000 puntos, el índice Nuevo Mercado sólo lograba alcanzar unos raquíticos 10.003,6 puntos para después volverse y comenzar una bajada cada vez más veloz. En mayo ya coqueteaba con los 7.000 puntos para mantenerse en la franja de los 6.500 durante todo el verano. En septiembre, el espejismo permitió que llegara a los 8.000 puntos, para seguidamente iniciar un proceso bajista que aún no han encontrado su fin (los últimos días del pasado mes de diciembre rondaba los 3.500 puntos).

Todo fue al ritmo de Nasdaq pero más exagerado aún, porque el tecnológico de la Bolsa neoyorquina no tuvo un desplome similar al índice madrileño. De hecho, el Nasdaq inició el año en 4.000 puntos, alcanzó su máximo anual a primeros de año con alrededor de 5.000 puntos y ha ido cayendo lenta pero progresivamente hasta rondar los 2.500 de finales del pasado mes de diciembre.

La prueba más palpable de la mala racha que, a partir del mes de marzo, ha sacudido a los valores tecnológicos han sido las sucesivas retiradas de compañías que, en su afán de conseguir capital para desarrollar sus inversiones, tenían pensado salir a Bolsa y que, por unos motivos u otros, desestimaron sus respectivas OPS (Ofertas Pública de Suscripción). Entre ellos, cabe citar a LaNetro.com, que esperaba con impaciencia su salida para el mes de junio y que se retiró a última hora. La compañía había previsto sacar el 25 por ciento de su capital. Decisiones similares tomaron compañías del peso del operador de cable Ono o del desarrollador de software Meta 4, que estuvieron a punto de cotizar en la Bolsa madrileña pero que, debido al revés que sufrieron los valores tecnológicos, desestimaron sus planes.

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Redacción Computing

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