Durante los últimos días han florecido nuevos mensajes por parte de los proveedores de software encaminados a ensalzar las bondades de sus plataformas; muchas de ellas en desarrollo, o bien en pleno proceso de lanzamiento o en puertas de ser presentadas en las próximas semanas. Son ejemplos de ello los anuncios de suministradores de primer nivel como Microsoft, SAP u Oracle. Y es que tanto estos como otros ‘players’ del Software buscan de forma periódica actualizar sus productos con objeto de que el usuario acceda a supuestas mejoras sustanciales. Dichos reajustes en muchas ocasiones no son más que eso, revisiones de la solución en cuestión que obligan al cliente de turno a acometer inversiones añadidas a las originales. El tema está en que cada vez más, un gran número de responsables de Sistemas entiende que lo que se produce en el sector del Software es un abuso por parte de los fabricantes, que se aprovechan de su posición de oligopolio en el mercado para dar una vuelta de tuerca más a los costes en lo que se refiere a los servicios de actualización, soporte y mantenimiento. Esta presunta explotación por parte de los proveedores se produce asimismo al hablar del precio por licencia, toda vez que cuesta entender que las tarifas que se marcan desde España sean a veces mayores que en otros países. Lógicamente el usuario busca soluciones y en casos como éste se decide a contratar desde fuera del país, posible y recurrente en alguna que otra ocasión.
Con objeto de reducir en lo posible los costes por licencia, que entienden que son desmedidos, las empresas usuarias no escatiman además esfuerzos para desarrollar soluciones a medida, sobre todo en aspectos ‘core’ del negocio; y otras, buscando mayor independencia frente al suministrador y tener más autonomía, consideran que es el momento de destinar parte de sus recursos TIC a la elaboración de programas propios, sean del ámbito BI, ERP, etc.
Son momentos para renegociar esta relación cliente/proveedor. El Software es un sector que no está sufriendo los avatares de otros pero, o se reinventa o tarde o temprano verá sus números afectados. El usuario final ya no está dispuesto a yacer subyugado ante las decisiones del fabricante de turno ni a acometer proyectos faraónicos con productividad dudosa.
