Ser ecológico es un aspecto críticamente importante para las organizaciones de hoy. No solamente reduce la huella de carbono que genera una empresa, sino que mejora sus credenciales ecológicas y ahorra dinero en costes de energía. En este sentido, empresas de todo el mundo se están dando cuenta de los beneficios que ello conlleva y están adoptando cada vez más Tecnologías de la Información respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, esta tendencia apenas ha sido dirigida por las legislaciones ecológicas de los gobiernos.
Muchos organismos gubernamentales han implementado normas y regulaciones en los últimos años que fomentan las TI ecológicas – desde la fabricación pasando por el uso hasta la eliminación final. Por ejemplo, la Energy Star, la Reducción de Sustancias Peligrosas (RoHS), los Residuos de Equipos Eléctricos y Electrónicos (WEEE) y el Código Voluntario de Conducta para Operadores de Centros de Proceso de Datos de la UE.
El establecimiento de legislaciones gubernamentales para el ejercicio de las TI ecológicas es una buena iniciativa, pero las empresas aún siguen confundidas sobre las regulaciones de la UE. En muchos casos se carece de la legislación y no se ha hecho lo bastante para dar a conocer o reforzar las leyes vigentes.
Las empresas son cada vez más conscientes medioambientalmente y la información sobre la sostenibilidad está aumentando crecientemente. No obstante, son los medios de comunicación y los proveedores de TI quienes principalmente influencian este movimiento. Por ejemplo, el Código Voluntario de Conducta para Operadores de Centros de Proceso de Datos de la UE da a las empresas la opción de llegar a ser miembros. En caso de que las empresas se unan a este código voluntario y no cumplan sus objetivos de emisiones o no informen conjuntamente sobre la utilización de la energía, no habrá repercusiones, lo cual incide gravemente en la efectividad del código.
La clasificación de los productos con una calificación Energy Star respaldada por el gobierno es un punto adecuado de partida, pero el sistema tiene muchos inconvenientes y defectos y no debería ser utilizado independientemente como un indicador para el consumo de energía. Por ejemplo, un monitor de ordenador de 15 pulgadas y otro de 21 pulgadas pueden tener la misma clasificación Energy Star superficial, pero el monitor de 21 pulgadas consume mucha más energía. Aparte de sólo comprar productos conformes con Energy Star y detenerse allí, las empresas también necesitan educar a sus empleados sobre cómo usar el equipamiento de una manera responsable. Por lo tanto, el cambio de comportamiento es tan importante como el cambio de proveedor. Depender solamente de calificaciones puede dar una falsa sensación de ‘salvar el planeta’.
Una cosa es adjuntar un adhesivo a un producto y marcarlo como respetuoso con el medio ambiente; pero ¿cuántas personas saben exactamente cuán ecológico es el producto, incluyendo los reguladores? O ¿qué tipo de características y funciones debería incluir un dispositivo antes de que se acredite como respetuoso medioambientalmente? La legislación ecológica tiene un camino que recorrer antes de que pueda servir como garante y establezca estándares para las prácticas ecológicas empresariales en la UE. Nuestra industria necesita un sistema de clasificación ecológica que refleje todos los parámetros para la amigabilidad medioambiental: el consumo de energía real del equipo, el impacto ambiental en la producción y la eliminación de residuos, entre otros.
Los fabricantes y líderes industriales deberían educar a los consumidores y establecer la tendencia, y el resto irá por sí solo. Las TI ecológicas están creciendo en implantación y ni siquiera la recesión las está afectando. La gente se ha dado cuenta finalmente que si un producto es ecológico verdaderamente, entonces los ahorros de energía se traducen en un ahorro de costes reales y la ecología se autofinancia. Allied Telesis y el resto de líderes industriales deben informar a la sociedad de los productos que son realmente ecológicos; nosotros particularmente no queremos dar a nuestros clientes una falsa sensación de ‘salvar el planeta’, sin ofrecerles un compromiso claro de qué realmente es así.