Gestión del Conocimiento, la clave está en compartir

Transformar la información, en principio, inconexa, en conocimiento reutilizable por los empleados, clientes y proveedores de una determinada compañía es el desafío al que se enfrenta la disciplina que se conoce como gestión del conocimiento.

Publicado el 31 Oct 2000

La gestión del conocimiento es una disciplina tremendamente amplia que se apoya en el hecho de recoger, almacenar y registrar información y/o cualquier comportamiento innovador, ya sea individual o colectivo, con el objetivo de poder ser reutilizado en el entorno corporativo. Y es que tal información, una vez tratada convenientemente, está llamada a convertirse en uno de los principales activos de la entidad que la posee y utiliza correctamente. Tanto es así los expertos establecen una relación directa entre aquellas empresas que han sabido arbitrar los mecanismos necesarios para planificar y coordinar la transferencia de conocimientos entre sus empleados y el incremento de su rentabilidad y su posición en el mercado. Y esto es algo que va calando entre la clase empresarial, que ya empieza a tomar conciencia de los beneficios que, para el desarrollo de su actividad principal, puede suponer la inclusión de este tipo de prácticas.

Los analistas del mercado aseguran que el fuerte tirón del mundo on line, junto a la creciente tendencia a realizar operaciones de e-commerce estarían impulsando a una disciplina que habrá de ver pasar bastante tiempo todavía para verse realmente consolidada.

Esto contrastan con los datos aportados por consultoras que, como PricewaterhouseCoopers, estudian y pronostican entorno al comportamiento de este mercado de cara al futuro. Los analistas aseguran que si en el ejercicio 1999 la gestión del conocimiento generó una cifra de negocio de 1.500 millones de dólares (285.000 millones de pesetas), al cierre de este año tal cantidad se incrementará hasta situarse en 2.100 millones de la misma moneda (400.000 millones de pesetas). Ya en el año 2002, este capítulo generará una cifra cercana a los 3.400 millones de dólares (más de 610.000 millones de pesetas).

Según los analistas, este término, que tiene sus orígenes en la gestión documental, encierra aspectos puramente tecnológicos, puesto que implica el uso de herramientas tales como data warehouse, data mart, data mining o los sistemas de soporte a la decisión, y otros inherentes a la cultura y voluntad de los individuos o grupos que interactúan y generan tal información.
En un momento marcado por la globalización de los mercados y de permanente cambio tecnológico y de las necesidades sociales, las empresas están mostrando una clara adaptabilidad en sus estrategias. Esto es al menos lo que opina Carlos Herreros de las Cuevas, representante de HFC Consultores, quien esbozando su visión en torno a la empresa inteligente asegura que los recursos de mayor capacidad competitiva son, hoy por hoy, el conocimiento y el capital humano. De hecho, explica Herreros, existen ya ejemplos de compañías que incorporan a sus balances la valoración de ambos factores, al tiempo que afirma que la empresa inteligente crea y re-crea su futuro continuamente; asumiendo que el aprendizaje es una actividad creativa que se transforma en función de los requerimientos de los individuos y los colectivos. De ahí que, según Herreros, la organización inteligente se base en las habilidades, actitudes y conocimiento que contribuyen a añadir valor a la empresa. En el proceso han de confluir diversos elementos, entre ellos una normativa destinada a facilitar el empleo de las capacidades humanas y sobre todo formación y educación, indica este profesional.

En el ámbito de la gestión del conocimiento la confianza se configura como un elemento clave, debido a que la implantación de este tipo de modelos requiere hacer uso de experiencias previas de los miembros de la organización. De hecho adoptar o no esta actitud es una cuestión puramente de caríz particular que podría tener como pilares básicos el nivel de confianza/desconfianza que el trabajador tenga en la empresa en la que desarrolla su actividad o la certeza de que, a cambio, se va a poder obtener algo positivo de la compartición de ideas o conocimientos. Y debido a que es una opción personal a la que alguien puede ceder o no, los expertos, que reconocen al 100 por cien su importancia, no encuentran que sea una estrategia fácil de implantar, hoy por hoy, ni en pequeñas ni en grandes empresas. Sin embargo, tampoco se puede decir que no se haya puesto en práctica, y con éxito, en muchas de ellas.

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Redacción Computing

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