La e-Administración o e-Government, como se denomina en el mundo anglosajón, va a ser en los próximos años un tema de importancia clave, tanto por su contribución a agilizar el funcionamiento de las distintas Administraciones Públicas a través de las nuevas tecnologías, como por los beneficios que va a suponer tanto en ahorro de costes como en la mejora de la prestación de servicios a los ciudadanos. La utilización de las Tecnologías de la Información por los organismos públicos, en particular Internet, es un problema común a todos los gobiernos, en el que participan todas las áreas más importantes de la intervención estatal, independientemente de la orientación política, educación, finanzas, programas sociales, asistencia médica y seguridad en particular.
La administración electrónica, o conjunto de técnicas y procesos por los cuales no se requiere la presencia física de personas en las dependencias de una Institución, permite: Obtener información generada por el organismo en cuestión de forma multi-canal; Consultar datos personales o unidos a la empresa que se representa; Suministrar datos periódicos, según lo establecido (seguros sociales, encuestas INE, etc.); Cumplimentar formularios iniciando procedimientos, incluyendo pagos; Realizar tramitación electrónica en sus diferentes fases, recibiendo escritos y notificaciones; Participar en la vida ciudadana a través de herramientas de comunidad; y disponer de procesos internos entre Administraciones, de sincronización por intercambio, de datos autorizados.
Y aunque, para que esto se haga realidad, las cuestiones pendientes de resolver por parte de las Administraciones Públicas son numerosas, incluyen por otra parte dos aspectos esenciales para el Servicio Público:
· Liderazgo- El Servicio Público debe ser una fuerza que impulse y promueva la distribución de nueva Tecnología de la Información en nuestra sociedad, y eso requiere aumentar la cantidad de usuarios;
· Efectividad- La contribución de Internet a la productividad y a la simplicidad, y también a la calidad y a la fiabilidad, están en el centro mismo de la relación administración-ciudadano, y dirigen esa relación hacia su misión verdadera.
Hoy en día podemos constatar que e-Government es una herramienta poderosa para la construcción de Europa. Como los niveles de desarrollo son distintos de un país a otro, cada uno de ellos puede encontrar inspiración más allá de sus propias fronteras, y puede adaptar esa inspiración a su propia cultura.
En segundo lugar, todos los gobiernos, independientemente de su modelo político, han comprendido la nueva dimensión de servicio que es posible alcanzar a través de Internet. Esto es así no sólo respecto a sus esfuerzos por ofrecer una mayor eficacia (lo cual significa más servicios y costes más bajos), sino también, y fundamentalmente, para cambiar el concepto mismo de lo que significa el servicio público. La simplicidad y la facilidad de utilización de las conexiones a Internet por el usuario están modificando gradualmente las opiniones de los ciudadanos sobre sus administraciones, y permiten a estas últimas centrarse en esta nueva aproximación hacia su verdadera misión de servicio público.
En definitiva, los servicios públicos deben continuar desarrollando su fuerza impulsora original y su liderazgo, ofreciendo un rendimiento ejemplar en este campo. Y esa es una fuerza de progreso única, tanto en nuestro país como en toda Europa. Para poder cumplir con estos objetivos y ofrecer unos servicios de calidad, la Administración ha debido realizar antes una labor de “usuaria” de nuevas tecnologías. Sólo así mejorará sus mecanismos de relación y comunicación con el ciudadano, evolucionando hacia un modelo más proactivo y centrado en las necesidades, principalmente tecnológicas, de este usuario.
