La necesidad de una transición ecológica es cada vez más necesaria por el frenético avance del calentamiento global. Una transformación de nuestros hábitos hacia acciones más sostenibles es importante, pero la mayor responsabilidad es sin duda de las empresas, quienes por su tamaño tienen un mayor impacto negativo en el medio ambiente.
Cada vez existe más información y concienciación sobre hábitos sostenibles. Algo que se ve reflejado en la creciente oferta de productos que colaboran en la reducción del impacto individual sobre el medio ambiente. De hecho, una encuesta realizada por Futerra reveló que la mayoría de los consumidores están dispuestos a elegir marcas sostenibles si los precios son comparables y que aproximadamente un tercio está dispuesto a pagar más por este tipo de productos. Esta oportunidad relacionada con el creciente cambio de hábitos de los consumidores hacia un modelo más sostenible hace que las empresas, en algunos casos, se aprovechen de ello para obtener beneficios de formas poco éticas como el tan conocido greenwashing.
Investopia define el concepto de greenwashing como “información engañosa o directamente falsa sobre el impacto medioambiental de los productos y operaciones de una empresa”. Por lo general, las afirmaciones de esta estrategia comercial implican una pequeña parte de verdad que es muy exagerada o directamente omiten aspectos perjudiciales del producto sobre el medio ambiente.
Por ello, para reducir el impacto medioambiental y no caer en el greenwashing, las empresas tienen que conocer de manera directa todo el ciclo de vida de sus productos. Este proceso debe incluir desde conocer el impacto de las propias operaciones, de los proveedores, del transporte de materiales y piezas, del proceso de embalaje y envío de los productos a los minoristas o directamente a los consumidores, hasta del uso de los productos por parte de los consumidores y el residuo que en un futuro puedan generar.
Hoy en día, existen soluciones bastante avanzadas y con base científica como es el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), que permite a los usuarios evaluar los impactos de un producto a lo largo de su existencia. Estas soluciones están basadas en bases de datos disponibles en el mercado que cuantifican el impacto medioambiental de prácticamente todas las decisiones y acciones de una empresa. Hasta ahora, el ACV se ha utilizado principalmente para documentar los impactos de las acciones pasadas permitiendo saber si el impacto está disminuyendo, pero no para identificar proactivamente formas de reducirlo.
Actualmente existe la posibilidad de asociar estas bases de datos con desarrollos tecnológicos que logran integrar los cálculos del Análisis de Ciclo de Vida en el software de diseño, ingeniería y fabricación. De hecho, existen soluciones que permiten calcular e informar a todos los actores implicados en la ideación de productos del impacto de sus acciones permitiéndoles identificar opciones más sostenibles. Mediante la medición de estos parámetros se pueden reconocer los puntos que más comprometen la sostenibilidad y así planificar estrategias para mejorarla.
Este tipo de desarrollos muestra el progreso en un gemelo digital, que es un modelo virtual científicamente preciso que permite a los jefes de producto establecer objetivos de sostenibilidad para sus programas de desarrollo. Además, las empresas también pueden utilizar estos datos concretos para demostrar sus afirmaciones sobre sostenibilidad y demostrar la fiabilidad de sus declaraciones sobre impacto medioambiental.
La incorporación de este tipo de soluciones aporta la información necesaria para que las empresas dispongan de datos reales y puedan demostrar su progreso en el camino hacia la innovación sostenible. Estos avances y herramientas tecnológicas hacen que las corporaciones puedan adoptar medidas apoyadas en una base científica que les encaminen hacia la creación de un modelo más sostenible.