Las TIC nos acompañan allá donde vamos, y lo digo en el sentido más literal de la frase: están creciendo a un fuerte ritmo las ventas de portátiles y notebooks frente a equipos de sobremesa; la irrupción de las tabletas está suponiendo todo un boom y todos los fabricantes están lanzando modelos para competir con el iPad pionero en esta categoría; la popularización de los smartphones nos permite estar siempre conectados; por no hablar de las aplicaciones en la nube que nos permiten acceder desde cualquier lugar y dispositivo a servicios relacionados con nuestro ocio pero también con nuestro trabajo. En relación con el software empresarial, muchas compañías están trabajando en su modernización cara a maximizar la productividad de sus trabajadores.
No obstante, según diversos estudios, los empleados no están satisfechos con las aplicaciones que usan en sus compañías ya que son demasiado complejas, requieren de mucha formación y son poco ágiles para realizar las tareas para las que se implantaron. Hace años, las fronteras entre el entorno profesional y el privado estaban perfectamente delimitadas, pero últimamente y, debido en gran parte al crecimiento y popularización de las redes sociales y al acceso a las empresas de las nuevas generaciones que han crecido como usuarios habituales de las TIC, la informática corporativa y la de consumo se están mezclando y convergiendo tanto en horarios como en dispositivos y aplicaciones. Un buen ejemplo puede ser Twitter donde seguimos tanto a usuarios relacionados con nuestro trabajo como a nuestros ídolos del deporte o líderes de opinión en ámbitos más generales. Y esto lo hacemos tanto durante nuestro horario laboral como fuera del mismo.
Otro ejemplo son los CRM empresariales que ya no son sólo las aplicaciones que se han implantado en los últimos años en la mayoría de las compañías sino también redes sociales como LinkedIn e incluso Facebook. Y a todo ello accedemos desde nuestro portátil corporativo, nuestra tableta y nuestro smartphone. Frente a estos cambios que parecen imparables, los departamentos de TI deben ejercer su liderazgo gestionando esta situación para garantizar la seguridad de todos los nuevos dispositivos y aplicaciones que aparecen en las empresas sin que hayan sido adquiridos por las mismas. Si no, serán las Direcciones de las compañías las que se lo exijan, debiendo actuar entonces de un modo muy reactivo. También los fabricantes de software, para alinearse con esta tendencia, deben hacer un esfuerzo por ofrecer herramientas más sencillas de usar, con interfaces más intuitivos, que no requieran instalación alguna y que necesiten menos formación. En definitiva se trata de ofrecer a los usuarios aplicaciones potentes y sofisticadas en sus capacidades, en las que se les abstraiga de la complejidad inherente a las mismas. Solo así conseguiremos dar respuesta a la demanda cada vez más generalizada de ‘consumerización’ de las TIC y, de paso, ayudaremos a aumentar la productividad de nuestras empresas.