Desde que viera la luz el Centro Geográfico del Ejército (CGE), cuando en 1810 se creó el Cuerpo del Estado Mayor, el modo de confeccionar y estudiar los mapas, planos y memorias relativas a la Geografía y Topografía ha variado ostensiblemente. En 1968 se formó y publicó toda la cartografía militar, siendo en 1986 cuando se daba por concluido tras 18 años el Mapa Básico de las Fuerzas Armadas, esto es, cuando se publicaba la última hoja de la Serie L (1:50.000).
Sin embargo, en la década de los 80 comenzaba a despuntar lo que sin duda supondría una auténtica revolución: la cartografía digital. El teniente coronel Julio Palacio, máximo responsable de la jefatura de I+D del CGE, recuerda que “que hacia 1987 se produjeron las primeras experiencias de digitalización, con las limitaciones tecnológicas de la época”. Habría que esperar hasta 1991 para que llegara lo que Palacio califica de “boom digital”, con herramientas en el mercado que “permitían pasar masivamente de la cartografía tradicional a la digital”.
Así, desde los albores de esta vanguardia digital, la Jefatura de I+D consideró qué herramientas podía emplear para poder explotar toda la información que elaboraba. La complejidad no sólo se encontraba en la generación de nueva
información, sino también en la explotación de la ya existente. La situación de partida añadía obstáculos imprescindibles de superar, dado que derivaban en un cúmulo de ineficiencias e, incluso, en costes innecesarios. El teniente coronel relata que “dentro de las Fuerzas Armadas en general y del Ejército de Tierra en particular, existían una serie de programas incompatibles entre sí, por lo que se producían repeticiones de estudio de las mismas zonas, idénticos trabajos e, incluso, algunas informaciones no eran aprovechables”. A ello hay que unir, de manera global a las Fuerzas Armadas, que el usuario en general tampoco tenía herramientas para acceder a este tipo de información.
Fue entonces cuando en el seno del Centro Geográfico se desarrollaron dos líneas paralelas de trabajo. Tal y como explica el teniente coronel, “por un lado, todos los nuevos procesos de producción de información geográfica se pasaron a la vía digital, abandonando los métodos tradicionales y trabajando sólo con procedimientos digitales”. Por otro lado, toda la cartografía preexistente en soporte papel se sometió a un proceso de digitalización. Así, progresivamente, hasta completar toda la Cartoteca Histórica con unos fondos documentales de más de 30.000 mapas y 300 atlas. En la actualidad, no solo los fondos documentales, sino todos los procesos de producción y actualización geográficos han dado el salto al mundo digital.
Por aquel entonces, la elección de una herramienta con la que acometer el proyecto no resultaba tan sencilla como ahora debido, fundamentalmente, a lo limitado del mercado. Para el área de producción la compañía en la que se confió fue Intergraph y su software MG. Hay que considerar que, en palabras de Palacio, “en un centro de producción grande, una vez que se han instalado este tipo de aplicaciones es muy complicado cambiar a otro sistema, tanto por costes como por complejidad y posibilidades de compatibilidad de lo trabajado anteriormente”. Además, la oferta especializada a estos niveles tampoco resulta muy extensa Intergraph y Esri, en su opinión.
Gracias a esta tecnología y al trabajo realizado por la empresa Avanzit Tecnologías, comenzaron a crearse “un conjunto de herramientas para dar a los desarrolladores, como una librería de programación con utilidades geográficas para que pudieran incluir ese tipo de herramientas dentro de cada una de los programas”.
La evolución de las librerías se ha concentrado en varias fases, pudiendo situar la primera de ellas en los años 1999 y 2000, si bien es cierto que ya existían experiencias previas. En una segunda etapa, 2001-2002, se desarrollaría la actual versión que se distribuye, estando ahora mismo inmersos en una tercera fase que alcanzará hasta 2007.
Desde el punto de vista tecnológico, el CGE ha separado los entornos de producción y explotación, de manera que la primera dispone de su propia base de datos Oracle. Paralelamente, existe otra base de datos destinada a la explotación. Esta separación viene motivada por cuestiones de seguridad. Esta base de datos para la explotación está basada en tecnología Java e Internet, de manera que no es necesaria la instalación de software cliente en los puestos de trabajo, únicamente un navegador.
Por otro lado y con funciones como la de apoyo geodésico a unidades militares, hay que tener en cuenta que el CGE ha de suministrar información a lo denominan partes móviles o desplegables. Se trata, por ejemplo, a misiones en el extranjero en donde el Ejército ha de contar con información lo más detallada posible del área en la que desarrolla su actividad. Para solucionar el handicap de la distancia eliminando el coste y los riesgos de caídas en las comunicaciones, el CGE recurre a replicaciones de la base de datos en soporte informático, bien en formato DVD o sobre bases de datos locales. Uno de los requisitos exigidos en la programación fue que se pudiera trabajar en ordenadores o estaciones de trabajo con relativa poca potencia, puesto que la mayor parte de los equipos que se emplean fuera son ordenadores portátiles preparados para las misiones, es decir, mucho más robustos que los del mercado doméstico, capaces de aguantar inclemencias climáticas y, en definitiva, muy caros por lo que su sustitución estaba totalmente descartada.
En el nivel de sistemas operativos, la plataforma mayoritaria es Windows, aunque en función del tipo de información y de las aplicaciones también se ejecutan máquinas Unix, en una infraestructura de hardware heterogénea, donde no predomina ningún suministrador en especial.
A partir de la librería generada con ayuda de Avanzit y tomando una serie de utilidades de ella, se planeó producir algún producto que fuera geográfico puro. En esencia, se trataba de contar con un producto informático, una utilidad pura dentro de los sistemas de información geográfica, empezando por el nivel más básico, de modo que cualquiera con unos conocimientos mínimos de informática pudiera acceder a esta información. Más adelante, se procedería a desarrollar aplicaciones más complejas, con ordenadores y programas más especializados dentro del sistema de apoyo geográfico.
Este fue el germen de lo que hoy es Carta Digital, una aplicación destinada a la sociedad en general que aprovecha “todo el desarrollo previo en el ámbito del I+D, puesto que realmente no tienen ningún tratamiento de confidencialidad, porque donde se encontraría el problema no es en la aplicación en sí sino más bien en los datos y los restringidos son muy pocos”, apunta el teniente coronel.
Para la generación de este producto, en el que Avanzit también ha estado directamente involucrado, se ha exigido que soportara grandes cantidades de información sin que ello penalizara el rendimiento. “Para ello no se ha optado por un formato existente en el mercado” -aclara el responsable-, “sino que se ha optado por uno propio, que se optimizó para que podamos navegar por grandes bases de datos mediante algoritmos de compresión, de indexación, dividiendo por zonas con algoritmos que permitan que rápidamente extraer exactamente la información que se necesita”. El resulta es impresionante: “en la especificación actual, cualquier máquina media es capaz de trabajar con ficheros de hasta 4 GB con bastante agilidad”.
Llegados a este punto, cuidar la propiedad intelectual de un producto tan completo y sofisticado como este no era cuestión baladí.
Para ello, el CGE recurrió a las llaves HASP de Aladdin. Palacio recuerda que “se evaluaron otras tecnologías porque hay muchas dentro del entorno de producción, pero la tecnología de Aladdin respetaba las premisas de ser segura, fiable y contrastada, con la ventaja añadida de que nos facilitaba la producción y el control. Era un método un poco más caro que otros pero que a la larga evitaba que tuviéramos que dedicar recursos específicos a su control”. Además, la integración de la tecnología resultó muy sencilla, sin que complicara el producto desde el punto de vista de la programación.
En la elaboración de Carta Digital se ha cuidado su accesibilidad, lo que se plasma en su soporte (CD-ROM en vez de DVD) y soporte tanto USB como puerto paralelo.