Cable, un segmento casi consolidado

La industria del cable afronta los primeros años del siglo XXI con una excelente salud, ya que generó el pasado año una facturación de 14,8 billones de pesetas a escala mundial y afronta una demanda que, hoy por hoy, parece no encontrar techo.

Publicado el 12 Sep 2001

La industria mundial del cable (fundamentalmente energía eléctrica y telecomunicaciones) generó un volumen de negocio de 74.000 millones de dólares (14,8 billones de pesetas) a lo largo del año 2000. Según los datos manejados por Nexans, empresa que ha asumido el control de la actividad de cableado de Alcatel, de tal cantidad (que no contempla hilos para maquinaria, hilos conductores desnudos ni tampoco distribución e instalación) dos tercios provino del sector de energía eléctrica y el tercio restante del ámbito de las telecomunicaciones. Y es que no podemos olvidar que cualquier casa, coche, equipamiento doméstico (desde un teléfono a una plancha pasando por el microondas, el televisor o el ordenador) guardan en su interior, en algunos casos, kilómetros de cable sin los cuales no sería posible la recepción de servicios (electricidad…) o el simple funcionamiento de dispositivos.

Por áreas geográficas, y de acuerdo con los datos que se desprenden de un informe realizado en abril de 2001, la región que en mayor medida contribuye a las ventas sería Europa, con un 25 por ciento del total, América del Norte con el 23 por ciento del total, seguido del Norte y Este de Asia con un 15 por ciento, quedando repartido entre los países que conforman el resto del mundo el 37 por ciento residual. Fuentes de Nexans han asegurado que esta distribución se ha repetido prácticamente a lo largo de los últimos tres años.

Con una cifra de negocio aproximada de 200.000 millones de pesetas, el mercado del cable español se caracteriza por su capacidad de fabricación, que en estos momentos supera claramente la demanda interna. Por tanto, se ha establecido, según Segundo de Pablo, presidente y director general de Nexans Iberia, como una industria exportadora, ya que un tercio de la producción anual se vende en terceros países. En este sentido, y de acuerdo con los datos manejados por la citada fuente, las ventas de cable español en el exterior significa unos ingresos cercanos a los 60.000 millones de pesetas para los fabricantes de este tipo de producto (de tal cantidad alrededor de 27.000 millones irían a telecomunicaciones y alrededor de 10.000 millones de pesetas), siendo absorbido los restantes 140.000 millones de pesetas por el mercado interno. En este caso, el reparto por segmentos es el siguiente el sector de la energía absorbería alrededor de 80.000 millones de pesetas; las telecomunicaciones alrededor de 27.000 millones de la misma moneda, los hilos esmaltados supondrían cerca de 15.000 millones de pesetas y los cableados para datos, y redes de área local (LAN) una cifra estimada de 6.000 millones de pesetas. En total, el sector del cable en España ofrece puestos de trabajo a alrededor de 5.000 personas.
Hoy por hoy, el cable es utilizado por compañías de infraestructuras que son aquellas que desarrollan su actividad en los sectores de transmisión de electricidad (utilizados por empresas y servicios públicos de distribución de energía eléctrica y por las ferroviarias) y de servicios de telecomunicaciones (operadoras de telefonía, datos, cable…); industrias tales como la automoción, embarcaciones, petroquímica, distribuidoras de gas…; o construcción (distribución eléctrica, redes internas de telecomunicaciones y redes locales).

En el área concreta de las telecomunicaciones, un mercado donde crece de modo imparable la demanda de servicios y el número de abonados, se prevé un importante crecimiento de las capacidades de transmisión, así como la extensión de las redes de acceso. Por ejemplo, en los países desarrollados,

se ha detectado en los últimos años un verdadero tirón de la demanda de cables de transmisión de datos, componentes de acceso, cables de fibra óptica. En otro tipo de países, todavía en vías de desarrollo, se espera una gran demanda de cables de cobre para sus redes telefónicas básicas (RTB) y también un incremento de la demanda de componentes de acceso que permitan atender la demanda de servicios de banda ancha. Se espera, en global, que a medio plazo se incremente la demanda de productos que aporten un valor añadido.

Pese a que la industria del cable ha estado muy protegida tradicionalmente en los distintos mercados nacionales por factores tan diversos como el peso del sector público, por la ausencia de competencia fomentada por las barreras a la importación y por la propia regulación, parece que estos mercados han encarado ya un proceso de cambio, en el que la privatización de los operadores históricos se empieza a consolidar, y se da un reequilibrio entre oferta y demanda.

El primer país en iniciar la desregulación fue EE UU hace ya un par de décadas; en algunos países de Europa el inicio de esta fase ha sido más reciente por cuanto está atravesando una fase en la que se están reduciendo las sobrecapacidades de producción resultantes de la supresión de los diferentes monopolios nacionales, quedando el resto de regiones del mundo en proceso de reestructuración del sector.

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Redacción Computing

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