Hay quienes afirman que “el modelo cloud ha venido para quedarse” y personalmente creo que no les falta razón. Al igual que el outsourcing, el housing, el hosting, el renting tecnológico y otros modelos económicos que articulan la compra o alquiler de recursos orientados a la tecnología, la nube nos permite acceder a servicios tecnológicos de última generación, empaquetados junto al conocimiento experto en implantación y operación, sin incurrir en inversiones y pagando exclusivamente por su utilización. Se podría decir que la nube ha democratizado el uso de tecnología vanguardista, hasta el momento destinada a las grandes corporaciones, capaces de realizar cuantiosas inversiones.
Como consumidores, nos encontramos ante una herramienta muy potente, cuya adopción puede ser paulatina y no disruptiva en los procesos en los que se aplique, teniendo acotado el riesgo en el coste del uso puntual.
Ecosistema de decisión
Hoy en día existe una lucha de poder entre las grandes corporaciones tecnológicas para conseguir masa crítica en su modelo particular de nube, buscan generar tendencia y propiciar estándares de facto. Están invirtiendo mucho dinero y el hecho de que se adopte un servicio de forma multitudinaria significará la debacle de sus competidores más directos. Hablamos de soluciones globales, y un desequilibrio en la balanza de proveedores puede cambiar las reglas del juego para los compradores. Por este motivo, el mensaje ‘marketiniano’ de estas compañías casi al unísono es “Inaudito!!! ¿Cómo puedes estar sin nube en el año 2015?”
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