La ‘Internet de las Cosas’ o el ‘Facebook de los objetos’

No sólo personas, automóviles, frigoríficos, edificios o medicamentos se conectan a Internet.

Publicado el 16 Feb 2011

No sólo las personas, los automóviles o los frigoríficos, también los edificios, los puentes o los medicamentos estarán conectados a Internet. Ese es el futuro que dibuja la bautizada como ‘Internet de las Cosas’, un fenómeno en desarrollo que ya es parte de la realidad de hoy en día y que tiene el potencial de configurar un mundo totalmente interconectado. en su denominación anglosajona es el resultado de un nuevo estadio tecnológico que tiene sus antecedentes en los bautizados como sistemas M2M (Machine-to-Machine) y en la conocida como ‘informática ubicua’, basada en la idea de que todo es susceptible de tener potencia computacional. Dando un paso más allá, la ‘Internet de las Cosas’ se basa en la visión de que todo es susceptible de estar conectado a Internet, es decir, que todo contará con una dirección IP y facilitará a la Red información propia y sobre lo que le rodea. No se trata de ciencia ficción. En la práctica, la ‘Internet de las Cosas’ ya es presente teniendo en cuenta que, a día de hoy, existen más de 2 billones de objetos dotados con chips RFID funcionando en el planeta. Pero, ciertamente, su verdadero potencial está llamado a configurar un mundo muy diferente al que hoy conocemos. De hecho, los expertos calculan que el mercado de consumo asociado a la ‘Internet de las Cosas’ tiene un potencial de crecimiento exponencial.
Se estima que en 2020 existirán a nivel mundial alrededor de 16.000 millones de dispositivos susceptibles de conexión, de acuerdo con la firma de consultoría Analysys Mason. Y esa proyección se considera conservadora, según el analista de Analysys Mason, Jim Morrish, que apunta a un abanico realista de entre 6.000 y 44.000 millones de dispositivos conectados: “existe una media mundial de cara a 2020 de entre 0,8 y 5,8 dispositivos por persona”. La proyección es cuanto menos reveladora y a día de hoy ya estamos empezando a ver los prolegómenos de lo que está por venir. De hecho y tal como apunta la directora de Innovación de IBM España, Elisa Martín, “muy pronto 2.000 millones de personas accederán a la Red, habrá 1.000 millones de usuarios de Internet móvil y, en la actualidad, hasta un billón de dispositivos, coches, cámaras, electrodomésticos, carreteras, medicamentos, alimentos… ya están interconectados e interactúan entre sí”. Asistimos, por tanto, a la configuración de “un mundo interconectado tecnológicamente en el que los sistemas y objetos pueden hablar entre sí”. Una definición similar aporta el director de Estrategia y Tecnología de HP Española, Miguel Ángel Turrado, que entiende la ‘Internet de las Cosas’ como “una nueva red donde lo que se conecta son principalmente objetos habilitados para esa conexión, abriendo una ventana enorme de oportunidades para transformar la sociedad tal y como la conocemos hoy”.

Redefinir el modelo de interacción con el mundo
En cuanto al grado de desarrollo de la ‘Internet de las Cosas’, Turrado entiende que “todavía está en sus primeras fases”, pero insiste en la existencia de ejemplos aplicados más que destacables. “No sólo estamos realizando ya proyectos al respecto, sino que también trabajamos en mejorar aspectos como el coste o eficiencia de los dispositivos conectados a esta ‘Internet de las Cosas’”, indica Turrado, para quien la ‘Internet de las Cosas’, sin ninguna duda, “revolucionará la interacción entre las personas y el entorno, que no será como lo es hoy”. En este sentido y según el experto Timo Arnall, que lidera en la Escuela de Arquitectura y Diseño de Oslo el proyecto Touch de investigación sobre la comunicación RFID, existen tres niveles de experiencias para el usuario de la ‘Internet de las Cosas’: un nivel tangible que implica la introducción en el cuerpo de un dispositivo que permite la transmisión de datos; un nivel de conexión y de compartición de información, y un tercer nivel de visualización y reflexión que posibilita la adquisición de un conocimiento más amplio del entorno y de los objetos que utilizamos. Esos tres niveles, según Arnall, tienen temporalidades diferentes: inmediata, a corto plazo y a largo plazo. Lo que es patente es el papel clave que juegan los sensores en el desarrollo de la ‘Internet de las Cosas’, si bien no es el único elemento a considerar. Según el científico experto en supercomputación, Gordon Bell, tres son los elementos clave de la ‘Internet de las Cosas’. En primer lugar, los controles sensoriales de los dispositivos; segundo, el control que se ejerce sobre esos dispositivos -ya sea por su propietario o por un gestor de la red con capacidad para ofrecer servicios a un tercero como podría ser un proveedor energético-; y, tercero, el mecanismo de ‘feedback’ creado cuando las capacidades sensoriales y de control forman parte intrínseca de los dispositivos permitiendo la recolección y agregación de información.
Teniendo en cuenta que en la actualidad un individuo con un smartphone puede considerarse como una ‘ventana’ en la ‘Internet de las Cosas’ en tanto que dicho dispositivo tiene funciones de agregación y filtrado de datos, así como funciones de gestión y control; a día de hoy ya existen las tecnologías y las herramientas que requiere la creación de la ‘Internet de las Cosas’ para estar disponible en puntos con un coste suficientemente bajo, si bien todavía es necesario integrar esos componentes en una solución integral y de fácil uso. En esa línea trabaja la industria y entre las experiencias destacan las realizadas en este campo por los científicos de HP Labs. HP está construyendo una plataforma denominada CeNSE (Central Nervous System for the Earth) que tiene el objetivo de crear un red mundial de sensores que generarán información sobre personas y objetos posibilitando la medición de datos relacionados, por ejemplo, con la localización, temperatura, la rotación, la vibración, el sonido, la luz, la humedad, etc. “El proyecto CeNSE”, explica Turrado, “consiste en un trillón de nanosensores y accionadores que se encuentran embebidos en el entorno y conectados vía Internet con una serie de sistemas y aplicaciones, intercambiando información constantemente para poder llegar a realizar acciones según esos datos recogidos”. Se trata, subraya Turrado, de un avance que “revolucionará la interacción entre las personas y la tierra de forma tan profunda como Internet revolucionó las interacciones entre las personas y los negocios”. El potencial de generación de información asociado al desarrollo de la ‘Internet de las Cosas’ es realmente ingente. Y es que, de acuerdo con el responsable del CeNSE, Peter Hartwell, “un trillón de nanosensores necesitará una capacidad de computación equivalente a mil Internets”. IBM también trabaja intensamente en el campo de la ‘Internet de las Cosas’, en su caso bajo la denominación de Smarter Planet. “En IBM”, señala Martín, “estamos convencidos de que se producirá una progresiva incorporación de inteligencia al modo en el que funciona el mundo; no en vano, ya asistimos a la convergencia de infraestructuras físicas y digitales para hacer las cosas de manera diferente y transformar cada sistema y proceso que conforma la vida económica y social”. Es lo que IBM define como ‘Smarter Planet’ y la ‘Internet de las Cosas’ es una de las áreas incluidas en esta visión. La directora de Innovación de IBM España recuerda que “el pasado año IBM invirtió 6.000 millones de dólares en I+D, lo que representa más del 6% de la facturación global de la compañía y buena parte de esa inversión se destina a proyectos Smarter Planet”. De hecho, el CEO de IBM, Sam Palmisano, anunció a principios de 2010 en una conferencia en Londres que IBM había desarrollado 1.200 ‘soluciones smart’ hasta ese momento. El ejecutivo se refirió a “cuatro ciudades en las que IBM ha ayudado a desplegar soluciones para la gestión de la congestión del tráfico, reduciendo las emisiones de CO2 e incrementando el tránsito público”. Y no es el único espacio en el que IBM está desarrollando soluciones de este tipo, también hay experiencias en el campo de la sanidad, la banca, la energía, la fabricación industrial y el retail. “Las soluciones en esta área”, comenta Martín, “se focalizan en la captura de los datos proporcionados por sensores y/o dispositivos situados en objetos que pueden ser maquinaria de producción, contenedores, cajas, camiones, coches, móviles, sensores ambientales, de volumen, indicadores de datos clínicos, lectores de vídeo, etc….; estos datos son trasferidos, a través de la Red, a un lugar común donde se integran con otras informaciones para proporcionar el valor de negocio, mejorar un proceso particular de la empresa o incluso ofrecer un nuevo servicio”.

Una nueva explosión de información
La evolución de la ‘Internet de las Cosas’ implicará, no obstante, nuevos retos. Uno de los principales radica en la gestión de los ingentes volúmenes de información que se generarán en tiempo real. Y es que, del mismo como que la bautizada ‘Web 2.0’ ha conducido al establecimiento de plataformas que generan enormes cantidades de datos (Facebook, Twitter, el espacio OpenSocial de Google, etc.), la ‘Internet de las Cosas’ implica el nacimiento de plataformas en las que la generación de datos procedentes de los dispositivos dotados de sensores será ingente. La directora de Innovación de IBM España recuerda que “cada día se generan 15 Petabytes (15.000 millones de bytes) de información nueva, lo que equivale a añadir diariamente un volumen de datos 8 veces superior a la información contenida en todas las bibliotecas de Estados Unidos” y, según la consultora IDC, este año el volumen de información digital existente podría alcanzar los 988 Exabytes. “Estos datos evidencian”, advierte Martín, que “es preciso que empresas e instituciones estén preparadas para analizar el ingente volumen de datos al que se enfrentan, con el fin de obtener una mejora sustancial en su capacidad de actuar y tomar decisiones”. La seguridad y la privacidad son también aspectos nucleares de esta evolución. De hecho, uno de los motivos esgrimidos por Intel para proceder a la compra del proveedor de soluciones de seguridad McAfee es justamente la seguridad en la ‘Internet de las Cosas’.

IPv6, imposible parar
El desarrollo de la ‘Internet de las Cosas’ exige una evolución del protocolo de intercambio de información utilizado actualmente en Internet. La versión actual del protocolo IP, IPv4, permite la utilización de 4,3 billones de direcciones IP en el conjunto del planeta, una cifra que resulta insuficiente para hacer realidad esta evolución. Por su parte, la nueva versión IPv6 no sólo permitirá crear billones de billones de direcciones IP, también posibilitará una transformación en la manera en la que se transporta la información que circula por Internet ya que con IPv6 los operadores de telecomunicaciones tienen la posibilidad de establecer prioridades para determinado tráfico pudiendo cobrar por este servicio. Se trata, justamente, de uno de los puntos clave en el actual debate sobre la neutralidad de la red.

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Redacción

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