Las señales de alerta se encienden ante la falta de una definición política de nuestro país y de otros aspectos que siguen lastrando la industria tecnológica, como son la fuga del talento, la falta de profesionales de nuevo cuño, la dispersión del gasto tecnológico, la inadecuación del CIO a su nuevo rol digital, la ausencia de proyectos de transformación verdaderamente innovadores o las carencias de una formación más adaptada a los nuevos tiempos.
Pero hay otros aspectos coyunturales que amenazan como sombras alargadas el ‘estupendo’ momento que atraviesa la tecnología y las bazas que ofrece a las empresas y a los ciudadanos. Entre ellos, el frenazo del crecimiento mundial, el recalentamiento de la economía china, la bajada del precio del petróleo y los vaivenes convulsivos de las bolsas se convierten en auténticas aristas que pueden acabar con la relativa placidez del nuevo rumbo económico. Algunos hablan de una falta de proyecto de país, otros de una seria endeblez de la industria nacional y comunitaria, de ausencia de liderazgo, de poca convicción de los CEO a la hora de abordar auténticos procesos digitales.
La industria TIC tiene el freno echado por culpa de una presión de los precios que viene de atrás, un juego que se han permitido para ganar licitaciones y clientes, pero que ahora resulta complicado corregir. Pues no hay nada peor para los balances que acostumbrar al cliente a unos precios deflaccionarios.
Horizonte optimista
Pese a todo ello, las nuevas tecnologías plantean retos ilusionantes para las compañías. La imperiosa necesidad de adaptar las empresas, sin importar su área de actividad, al entorno digital supone una inyección de motivación extra y abre el horizonte de sus expectativas. En este estado de cosas, no hay como beber de las mejores fuentes para pulsar la evolución de las compañías y con una muestra muy representativa poder intuir cómo están progresando. Haciendo caso a las cuentas de resultados, podemos afirmar que estamos en un buen momento, si bien los responsables cruzan los dedos ante factores que están más allá de su ardua labor de captar clientes y poner en marcha nuevos proyectos. La innovación es el nuevo maná y hacia él dirigen su mirada los líderes del sector, con sus balances saneados y un espíritu optimista.
María José Talavera, directora general de VMware, comenta que “hemos tenido un año muy significativo a nivel mundial y especialmente en España. Ha sido un ejercicio de preparación y de consolidación para lo que viene en el futuro. Nuestras grandes apuestas estratégicas son la movilidad y la seguridad, y estamos en un proceso para asumir estos retos”. Entre los debates que se producen en la industria, Talavera alude a la incertidumbre en torno a la nube pública, por la que apuestan analistas y expertos. “No creo que en diez años todo sea cloud pública. Diferentes actores van a impedirlo, los usuarios apuestan por la flexibilidad y por abrazar la nube híbrida”, que se postula a la postre como la ‘madre’ de todas las infraestructuras tecnológicas. Otro aspecto que inquieta a Talavera es el relevo generacional forzoso, merced al cual, “se queda mucho talento en el camino. En Estados Unidos, hay profesionales veteranos que no tienen fecha de caducidad y siguen aportando el valor de su experiencia y sus conocimientos”. En cuanto al ejercicio presente, la directiva afirma que será más positivo si cabe, que el anterior.
A continuación, Pilar López, presidenta de Microsoft Ibérica, nueva en la plaza -sustituyó a María Garaña el pasado mes de julio- pondera la situación brillante que vive su compañía, que cumple el segundo año bajo la batuta de Satyam Nadella, un gran disruptor que “ha propiciado un cambio muy profundo en Microsoft, que apuesta por todos los niveles de la nube”. Para Pilar López, “2015 ha sido el primer año en que el mercado y la propia Microsoft se han creído su apuesta. El ritmo de la nube se ha acelerado y es un buen momento para España y para el mundo”.
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