Una frase lapidaria de Francisco Torres-Brizuela, responsable de cloud de NetApp, deja muy claras las reglas del juego: “quien espera que la cloud sea más barato que el on premise no ha entendido el modelo de negocio”. No es una cuestión de mero precio. El viaje a la nube mal planificado puede convertirse en un suplicio que nos envolverá en una vorágine inesperada de costes imprevistos, inoperancia y vuelta atrás. Pero eso no quiere decir que la cloud sea algo negativo per se. De sobra se ha hablado de las grandes bondades de este modelo de computación que abandera la flexibilidad, la innovación y el aprovechamiento de los recursos. Lo fundamental es usar la cabeza y trazar una estrategia de migración que contemple las posibles adversidades que nos podamos topar en el camino y saber lo que se quiere, antes de lanzarnos a la nube a tumba abierta.
Contar con socios cualificados y expertos es otro consejo, ellos te llevarán a buen puerto gracias a su conocimiento de las herramientas más adecuadas del mercado. Luego está el debate entre nube pública y privada, que creemos superado, ya que cada propuesta ofrece su valor en función de los requerimientos concretos. La nube pública sigue ganando por venir de la mano de megacompañías que ofrecen economías de escala, sostenibilidad ambiental y acceso a altas capacidades de computación de vanguardia de data analytics e inteligencia artificial. Pero su talón de Aquiles se encuentra en lo que se ha dado en llamar soberanía de los datos, aunque tratan de paliar esta limitación desplegando regiones cloud en territorio nacional.
El entorno híbrido y el multicloud se imponen como los modelos de operación para congeniar las necesidades de un mundo cada vez más complejo y marcado por la incertidumbre y por la necesidad de mover cargas de trabajo entre diversos entornos. El mensaje que debe calar es que la cloud es beneficiosa, pero no todo tiene por qué ser cloud, y que la lógica operativa tiene que ser la brújula de este camino hacia la digitalización, que no debe ser precipitado sino medible, cuantificable y aprovechable para la empresa que ha emprendido la migración.