La nube híbrida se extiende al edge computing

Horacio Morell Gálvez, presidente de IBM España, Portugal, Grecia e Israel.

Publicado el 19 Abr 2021

Horacio Morell Gálvez, presidente de IBM España, Portugal, Grecia e Israel

Hace un año, pocas empresas podrían haber anticipado los dramáticos cambios que les esperaban en 2020. Ahora, todas son conscientes de la importancia esencial que tiene la tecnología en su futuro. La pandemia ha puesto de relieve esa importancia y también el intenso camino que queda por recorrer. La mayoría de las empresas utilizan ya múltiples nubes públicas, pero continúan teniendo más del 80% de sus aplicaciones y cargas críticas y aplicaciones en entornos tradicionales, apenas aprovechan entre el 10 y el 30% de los datos y solo un 14% de las empresas ha logrado incorporar inteligencia artificial (IA) a sus procesos.

La mayoría de las empresas utilizan ya múltiples nubes públicas, pero continúan teniendo más del 80% de sus aplicaciones y cargas críticas y aplicaciones en entornos tradicionales

Esas dificultades vienen marcadas por un modelo tecnológico ineficiente, caracterizado por los silos y la complejidad. Se necesita una plataforma capaz de integrarlo todo, que dé fluidez, coherencia y seguridad al avance de la transformación digital. Esa plataforma es la nube híbrida, que se ha seguido extendiendo en 2020 gracias a palancas como la progresiva incorporación de los chatbots, las herramientas de código abierto, nuevas tecnologías de seguridad y mayor potencia de computación distribuida hacia el binomio edge computing y 5G.

La nube híbrida aporta cada vez más y mejores capacidades al ámbito del edge computing (la computación llevada allí donde esté el usuario o el origen de los datos) que, en combinación con el 5G, crearán posibilidades y casos de usos con enorme poder transformador. Ya estamos viendo proyectos pioneros como el adoptado en el puerto de Barcelona.

A medida que la nube híbrida avance, las empresas dispondrán del modelo adecuado para impulsar su digitalización y llevar más inteligencia y poder transformador a todos sus procesos. Eso, en esencia, significará que las organizaciones podrán acelerar su capacidad para adaptarse, responder con agilidad a los cambios y, en el más amplio sentido del término, hacer nuevos ‘descubrimientos’.

En 2020, hemos visto el enorme valor de acelerar esa capacidad para ‘descubrir’, especialmente en el entorno científico pero también en cualquier otro ámbito. En la industria química, por ejemplo, IBM acaba de presentar RoboRXN, un sistema que combina IA, automatización y nube híbrida para operar como un laboratorio autónomo que permite a los químicos diseñar, sintetizar y producir nuevas moléculas en remoto. De media, el descubrimiento de un nuevo material o compuesto requiere de 10 años de trabajo y una inversión de 100 millones de euros. Con soluciones como esta, el tiempo y el coste podría reducirse a una décima parte.

Ese impulso a nuestra capacidad para descubrir -en los procesos científicos, empresariales y sociales-, gracias a un modelo tecnológico mejor preparado, va a estar en la base de las tendencias tecnológicas de ahora en adelante.

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Redacción

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