Durante el primer semestre de 2012 las empresas españolas procesaron más de 56 millones de facturas electrónicas, frente a los 12 millones tramitados en 2009. Esa es la principal conclusión del estudio de Seres, que desvela también que durante el citado periodo período trabajaron con factura electrónica -en emisión, en recepción o en ambas- un total de 107.000 empresas, frente a las 46.000 que lo hicieron en 2009. El informe confirma un crecimiento sostenido del uso de la factura electrónica en España en un mercado impulsado por las grandes empresas, especialmente en los sectores de gran distribución y la automoción.
Según el estudio, Cataluña lidera la emisión de facturas, con el 44.7 % del total, seguida por Madrid, con el 26.66 %, Andalucía con el 5.41 % y País Vasco con el 4.66 %. Por su parte, Madrid pasa a encabezar la recepción de factura -liderada en 2009 por Cataluña- con casi el 35 % del total, seguida por Cataluña, con el 21.16 %, Andalucía, con el 13.21 % y Castilla y León con el 8.03 %. Por sectores, los de Industria (39.62%) y Servicios (56.46%) son los que más utilizan la factura electrónica. Según Alberto Redondo, director de Marketing de Seres, “de una manera muy simplificada, los principales receptores de facturas electrónicas son la Administración Pública y las grandes empresas, que piden a sus proveedores el uso de la factura electrónica, y los emisores las empresas que operan con aquellos, fundamentalmente las pymes”. En este punto, el director de marketing de Seres indica que “el paso decisivo se producirá cuando las empresas que hoy emiten factura electrónica también la reciban y viceversa”.
Las empresas que reciben facturas son las que obtienen de forma más tangible los ahorros y beneficios de la factura electrónica. Y, en la práctica, la pyme no suele ser gran receptora de facturas. La situación se justifica en el hecho de que es la pyme quien está sufriendo en mayor medida los efectos de la crisis. La mayoría de las pequeñas y medianas empresas tiene como prioridad en sobrevivir y la inversión en este tipo de tecnología se retrasa sine die. En el caso de las grandes compañías, en cambio, la decisión en unos casos es una medida de ahorro de costes y en otras porque su competencia lo está haciendo y es competitivamente necesario hacerlo.
A la luz de los datos del estudio, Seres considera que deben adoptarse dos tipos de medidas. Las primeras deben tener como objetivo impulsar a las empresas a utilizar la factura electrónica. Las segundas, deben facilitar que cada día los proyectos desarrollados tengan más recorrido.