Las empresas de todos los sectores están experimentando un cambio radical. Este cambio incluye el aumento de la competencia, la atención a una clientela global, la reinvención de los ciclos de respuesta cliente-servicio en las redes sociales, la aparición de nuevos actores que cambian completamente los enfoques comerciales tradicionales y una velocidad de cambio que pocas veces antes, por no decir nunca, habíamos experimentado. ¿Cómo deberíamos responder? A) Con indecisión: esperando a ver qué pasa porque puede que sea algo transitorio. B) Con agresividad: cogiendo el toro por los cuernos, anticipándonos al futuro. O tal vez deberíamos tomar decisiones, pero con una actitud más pasiva: con tranquilidad, observando, aprendiendo, siguiendo y dando el salto una vez que estemos convencidos.
Estoy seguro de que la mayoría nos enfrentamos a esta disyuntiva a diario. ¿Disponemos de una opción acertada ahora mismo? Eso depende de las circunstancias de la empresa: de su situación financiera concreta, de su cuota de mercado, de su competencia, de su entorno geográfico y político, etc. Todos estos factores influirán en el enfoque de la toma de decisiones. No obstante, si bien puede que no exista una “opción acertada”, hay algo seguro: que no existe nada seguro.
Hablamos de una incertidumbre de una magnitud y un ritmo sin precedentes. En los tiempos inciertos que corren, lo que está claro es que nos vemos inducidos a evitar los compromisos a largo plazo en la mayor parte de nuestras decisiones. Preferimos un mayor grado de agilidad y, si algo bueno tiene esta incertidumbre, es que nos ha obligado a reencontrar nuestra creatividad. Nos estamos replanteando todas nuestras prácticas laborales tradicionales y las abordamos con la idea de que tiene que haber otro modo de hacer las cosas.
Esto ha dado lugar a muchos grandes inventos. Algunos de ellos ya se fabrican en la actualidad, como en el caso de Dyson, un nuevo tipo de aspiradora de gran potencia sin bolsa. O de Tesla, el automóvil íntegramente alimentado por una batería. Nuevas empresas, nuevas normas, nuevos inventos.
El mundo de las TI no es una excepción. Subconjuntos de instrucciones se están separando de los procesos de aplicaciones complejos, permitiendo así a los clientes adquirir únicamente los componentes de software que necesitan para su empresa en lugar de la aplicación entera. Los largos métodos de desarrollo de aplicaciones en cascada se están sustituyendo íntegramente por nuevos métodos de desarrollo ágiles que permiten desarrollar por la mañana, probar por la tarde y lanzar por la noche: todo en el mismo día, lo nunca visto. Los dispositivos móviles satisfacen la inmensa mayoría de las necesidades de nuestros sistemas de información y ya solo utilizamos los PC ocasionalmente. También hemos experimentado un importante cambio de actitud de propietarios a consumidores.
A las empresas cada vez les preocupa más el modo de satisfacer la necesidad de agilidad, transparencia y flexibilidad conservando cierto control, cumpliendo las normas y mitigando cualquier riesgo, dado que todos operamos en un entorno global “constantemente disponible”. Esto ha abocado a las empresas a convertir sus departamentos de TI internos en “departamentos de prestación de servicios”. Estos departamentos tienen que prestar “servicios” en función de un catálogo y unas tarifas oficiales. Esta transparencia y orientación a la “prestación de servicios” a menudo se denomina X como servicio (XaaS, por sus siglas en inglés), siendo X cualquier forma de servicio/proceso.
Se trata de una enorme transformación. Convertir la unidad de TI, con vocación interna, en un proveedor de servicios que conoce al cliente y capacita a la empresa sólo es posible con conocimientos, comportamientos, procesos y tecnología. Es una tarea difícil pero necesaria. Las ITaaS son el invento que necesitaban las TI para incrementar su relevancia para la empresa y garantizar la armonización y transparencia de ésta a través de los procesos y sistemas que los equipos de TI atienden y respaldan.
Las ITaaS son el futuro. A través de ellas, la infraestructura, las aplicaciones, los procesos y otros recursos se consumen en función de necesidades predeterminadas o variables, y las TI se adaptan a dichas necesidades. En EMC ofrecemos las tecnologías subyacentes que nos permiten ayudar a los departamentos de TI que son nuestros clientes a transformarse en departamentos de prestación de servicios. Esto se logra en gran medida a través de nuestros servicios de infraestructura definidos por software, que se pueden configurar, consumir, reparar, mejorar y eliminar a través de una serie de políticas y procesos de automatización acordes con las normas empresariales.
¿Podríamos haber previsto este grado de agilidad, transparencia y consumo hace diez años? Sí. Sin embargo no nos imaginamos que adaptaríamos nuestra forma de actuar, que modificaríamos nuestros comportamientos y que reescribiríamos todas las normas históricas en un plazo de tres años. La magnitud y el ritmo del cambio que estamos experimentando no tienen precedentes. Se trata de renovarse o morir, y nosotros optamos por lo primero. Sin duda, es de vital importancia renovarse con una entidad que esté siguiendo la agenda del cambio y que trabaje con el CIO en las opciones tecnológicas y de toma de decisiones adecuadas para transformar la forma de trabajo tradicional.