Cada 8 de marzo, el mundo nos invita a reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad. En el ámbito laboral, especialmente en tecnología, donde la presencia femenina ha sido minoritaria, las mujeres hemos aprendido a navegar en entornos que no fueron diseñados para nosotras. Pero ¿debemos mimetizarnos con los hombres para alcanzar el éxito, o es momento de reivindicar nuestro propio estilo de liderazgo?
He conocido mujeres brillantes que, para tener éxito, han sentido la necesidad de cambiar. Han aprendido a hablar más bajo o más fuerte, a sonreír sin convicción, a moderar sus gestos. Han trabajado el doble para ser tomadas en serio, han sacrificado tiempo con sus familias y se han puesto armaduras que con el tiempo pesan demasiado. Pero ¿qué nos queda si el precio del éxito es dejar de ser nosotras mismas?
En un mundo donde la inteligencia artificial redefine el futuro, y tanto la sociedad como el planeta exigen un impacto positivo, el liderazgo femenino es más necesario que nunca
En un mundo donde la inteligencia artificial redefine el futuro, y tanto la sociedad como el planeta exigen un impacto positivo, el liderazgo femenino es más necesario que nunca. Escuchar, colaborar y tomar decisiones éticas con visión a largo plazo no son rasgos secundarios, sino esenciales. Necesitamos líderes que equilibren innovación con responsabilidad, progreso con humanidad, éxito con bienestar colectivo.
El futuro de la tecnología no puede escribirse con una sola voz. La innovación necesita diversidad en su ADN. No se trata de adaptarnos a un modelo preexistente, sino de crear un nuevo paradigma donde el liderazgo femenino sea valorado por lo que aporta.
Y no, no tenemos que dejar de ser mujeres para triunfar. El verdadero avance no es solo ocupar espacios, sino transformarlos.
