Una estrategia de cloud nativa lleva consigo diseñar, desarrollar y desplegar aplicaciones que aprovechen al máximo las capacidades de la nube, utilizando tecnologías como microservicios y contenedores, en lugar de depender de infraestructuras tradicionales. Esto permite a las empresas ser más ágiles y flexibles, adaptándose rápidamente a cambios del mercado y gestionando picos de demanda sin inversiones costosas en infraestructura. La eficiencia en el uso de recursos puede traducirse en una reducción de costes operativos y en mejoras significativas en la productividad gracias a herramientas de colaboración modernas. Sin embargo, la transición a este modelo requiere un cambio cultural en la organización, una planificación cuidadosa para evaluar el retorno de inversión y la selección de proveedores confiables para evitar la dependencia excesiva.