Matices sobre BPM

Siendo un concepto novedoso en origen, el BPM engloba un conjunto de
productos y soluciones tecnológicas que han evolucionado hasta converger
en esta nueva categoría industrial.

Publicado el 12 Dic 2003

Como en tantas otras tecnologías emergentes, ha venido existiendo una cierta confusión en los últimos tiempos acerca del significado y características del BPM en toda su extensión, más allá de anécdotas como su equivalencia en siglas con tecnologías como el Business Performance Management, más enfocadas a la optimización de prestaciones y control de gestión.

La gestión de procesos de negocio de una gran corporación evoca aspectos mucho más amplios que la propia tecnología BPM en sí misma, fundamentalmente de tipo cultural, de organización e incluso legislativos, existiendo sin embargo un consenso suficientemente amplio hoy en día acerca de un nivel tecnológico independiente a partir del cual diseñar, automatizar/ejecutar y medir los procesos de negocio. Una última fase consistiría en ser capaces de predecir la evolución de esos mismos procesos con objeto de adecuar las organizaciones a eventuales sobrecargas o disminuciones de actividad.

La gestión de los procesos críticos al negocio o lo que es lo mismo, su control y optimización mediante la automatización e integración dentro de la estructura de sistemas de información de una gran corporación resulta, a los ojos de los analistas internacionales, como la categoría emergente por antonomasia para el período

Tanto es así como que analistas del prestigio de Gartner, Yphise, Ovum, Aberdeen o Delphi, por citar algunas de las publicaciones de los últimos meses, avalan la creencia de estar ante el entorno tecnológico que más variaciones experimentará en el próximo trienio, basándose a su vez en la imperiosa necesidad de las grandes corporaciones de incrementar su eficiencia y productividad desde el control de sus operaciones.

Siendo un concepto novedoso en origen, engloba un conjunto de productos y soluciones tecnológicas que han ido evolucionando en los últimos años hasta converger en esta nueva categoría industrial; desde planteamientos tan conocidos como la integración de aplicaciones empresariales (EAI) o la automatización de flujos de trabajo (workflow) hasta el diseño de procesos y herramientas predictivas cada vez más especializadas forman parte del mismo. Mención aparte merece la utilización de herramientas cercanas al Business Inteligence para la monitorización de la eficiencia de los procesos críticos al negocio y sus potenciales modificaciones para incrementarla o simplemente para cumplir con los cambios legislativos propios de cada actividad.

Resulta relevante al realizar una breve introducción al concepto de BPM resaltar que del mismo modo que EAI integra y desarrolla el valor del estrato de aplicaciones de una empresa, BPM se integra en el ámbito de los procesos de negocio con lo que mejora significativamente el valor colectivo de los sistemas existentes. Solo tendrá el éxito augurado por los especialistas si se estructura como un nivel de procesos independiente situado sobre los sistemas existentes, integrándose y por lo tanto protegiendo inversiones tecnológicas anteriores, con independencia de las normas técnicas o arquitecturas escogidas en el pasado (que por cierto, son las que permiten el actual funcionamiento del negocio en su conjunto). Este concepto es denominado en el entorno anglosajón como ENS (Enterprise Nervous System), considerando los procesos de negocio de misión crítica como una auténtica columna vertebral corporativa desde la cual surgen el resto de procesos y subprocesos que engloban la totalidad de la actividad en una gran compañía, independientemente de su sector o tipo de negocio.
La decisión de las grandes corporaciones adoptando este tipo de arquitecturas, en donde el proceso de negocio se convierte en la estructura básica a automatizar e integrar, da lugar al desarrollo de dos tecnologías complementarias al universo BPM tal y como lo conocemos, ambas centradas en la optimización de procesos en entornos cambiantes y complementarias entre sí, la conocida como BREs (Business Rules Engines) o Motores de Reglas y la denominada BPA (Business Process Analysis) o Modelización de Procesos.

Con respecto al posicionamiento que los jugadores tradicionales en la industria están adoptando al respecto de las tecnologías BPM, este viene marcado fundamentalmente por su origen tecnológico. Así, fabricantes tradicionales provenientes de entornos EAI como Tybco o Vitria presentarán mayores fortalezas en aquellos entornos en donde la incidencia de pasos automáticos entre aplicaciones sea mayor mientras que jugadores tradicionales en el entorno Workflow como Staffware o W4 se mostrarán más capaces de gestionar excepciones y monitorizar los rendimientos de procesos con intervención humana, evolucionando en sus desarrollos en los últimos años hacia conceptos como el STP (Straight Through Processing) en donde un proceso es gestionado de principio a final mediante pasos automáticos sin intervención manual alguna. La confluencia de distintos entornos y su necesidad de integración obligan a un considerable esfuerzo de desarrollo e integración en los proveedores de tecnología.

Mención aparte merece la postura de los grandes integradores de sistemas y consultores, los Accenture, Cap Gemini Ernst Young o Soluziona entre muchos otros, tradicionales grandes prescriptores de sistemas de información en las grandes corporaciones. Las altas tasas de crecimiento de la tecnología BPM no estarían teniendo lugar sin que este influyente sector de actividad en la industria hubiera apostado con firmeza por las herramientas de gestión automatizada de procesos como infraestructura de desarrollo, incrementando la eficiencia de sus equipos en los grandes proyectos tecnológicos y reduciendo los costes repercutibles en el cliente final.

Todos los sectores productivos se verán beneficiados con la implantación de este conjunto de herramientas y aplicaciones en los próximos años, resultando especialmente tangibles los resultados en ámbitos tan diversos como la gestión de proyectos de outsourcing o externalización en grandes corporaciones, en donde los parámetros de medición en la eficiencia del servicio prestado (SLAs) se ven sustancialmente incrementados (en beneficio directo tanto del cliente como de la empresa externalizadora), en la tramitación de expedientes en organismos públicos, con la consiguiente intervención crítica en aquellos proyectos destinados a la automatización de la Administración Pública y la mejora de la atención ciudadana o la provisión de servicio (OSS) en operadoras de telecomunicaciones. Dentro de este contexto resulta significativo resaltar la importancia que las herramientas de BPM adquirirán en el desarrollo del control del riesgo operacional, cobrando una presencia vital en la adecuación de los sistemas de información de las entidades financieras a las Normas de Basilea y a Solvencia II, su equivalente en el sector asegurador.

Javier Larraz, director comercial y de marketing

Staffware Iberia.

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Redacción Computing

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