Las telecos, ante el reto de la reestructuración

Casi tres años después de que se produjera oficialmente la liberalización de las telecomunicaciones, el mercado español ha comenzado a experimentar los primeros síntomas de concentración, aunque algunos prefieren llamarlo consolidación.

Publicado el 07 Nov 2001

Ya lo advertían los analistas hace un par de años En cinco o diez años no quedarán más de cuatro o cinco jugadores globales con posibilidades. Si bien esto aún no se ha convertido en realidad, lo cierto es que tiene todo el cariz de que los llamados gurús verán cumplida su previsión.

Por el momento, en los mercados mundiales se han producido una serie de operaciones que han venido a confirmar esta tendencia, si bien es cierto que la delicada situación que atraviesa el sector de las telecomunicaciones en los mercados bursátiles ha venido a facilitar los hechos. Los bajos precios de muchos títulos de compañías de telecomunicaciones -Vodafone y Telefónica son las que mejor están aguantando el tirón– ha permitido a sus teóricos competidores realizar operaciones de adquisición a precios de auténtico saldo.

A las ya lejanas fusiones entre Vodafone Airtouch -la primera gran integración Europa-Estados Unidos en el sector del móvil- se han unido otras, por citar algún ejemplo, como Orange, adquirida por France Telecom, o las más recientes de Global One, un consorcio que quedó en manos de la operadora francesa para recientemente fusionarlo con Equant y consolidar una compañía para ofrecer servicios de comunicaciones al sector de grandes multinacionales. Otro caso modélico ha sido el protagonizado hace apenas 15 días por Ebone y KPNQwest, donde el consorcio entre la operadora holandesa y la estadounidense Qwest poco menos que salvaron de la quiebra a la compañía participada mayoritariamente por GTS.

Pero además de los intentos que no han culminado en éxito han sido varios desde la holandesa KPN, una de las más endeudadas de Europa y en su día novia de Telefónica, con su vecina Belgacom; hasta la más alejada en el tiempo Telecom Italia y Deutsche Telekom, que se vino al traste en el último momento.

Incluso a todo esto hay que añadir la gran debacle sufrida en los últimos años por compañías que -algunas de ellas abanderadas en su momento de su segmento de negocio-, como Iridium en su día dijo adiós a una prometedora carrera que recientemente se ha empeñado en resucitar. Además, consorcios como el citado de Global One o el más reciente de Concert (AT&T y BT) se vinieron al traste después de varios años marcando el paso a la vanguardia de los grandes acuerdos de colaboración mundiales.

No cabe duda de que ya no hay quien pare el proceso de concentración y más si tenemos en cuenta que la crisis bursátil se ha venido a sumar a una delicada situación económica derivada del pago de licencias UMTS, una oportunidad que se convirtió en necesidad. Las grandes operadoras eran conscientes de que si querían sobrevivir sin ser adquiridas por sus rivales debían afrontar esta huida hacia adelante y hacerse con licencias de tercera generación, aun a precios astronómicos, que les permitiera convivir de tú a tú con otras operadoras en el futuro del sector.
Esta situación ha conducido a una serie de circunstancias que marcarán el futuro de un sector a la búsqueda de nuevas fórmulas que permitan desarrollar los desafiantes proyectos a la vez que se ciñen a unos criterios de rentabilidad de negocio. Así, en el mercado del móvil la tendencia gira hacia la compartición de infraestructuras, bien a través de acuerdos entre los diferentes operadores o bien optando por recurrir a compañías -Bucle21, Tradia o Medialatina en España- que han aparecido recientemente brindando la posibilidad de desplegar infraestructura móvil que pueda ser alquilada, y por tanto compartida, por los diferentes operadores móviles.

Dejando al margen el mercado del móvil donde el gobierno en menos de un año ha dado la vuelta al sector paraliza las dos nuevas licencias GSM convirtiéndolas en un reglamento para operadores móviles virtuales y rebaja la tasa por el uso del espectro radioeléctrico, en España la situación no es muy diferente. Hace ya unos meses que el mercado intenta digerir ese proceso de consolidación. De hecho, a los apuros económicos que están sufriendo muchos operadores hay que sumar las desapariciones que se produjeron en su día, como ha sido el caso de Sinpletel, a la que Telefónica cortó sus servicios de interconexión por reiterados impagos. A esto hay que sumar las recientes operaciones de fusión que se han producido Ono, uno de los escasos operadores de cable que aparentemente está consiguiendo cierta aceptación, se hizo con Telia Iberia, aprovechando la necesidad de liquidez de la matriz sueca. Por su parte, las filiales españolas de KPNQwest y Ebone tendrán que encarar su proceso de fusión en los próximos seis meses.

Sin embargo, el mercado español está ya bien definido, con apenas Jazztel como operador independiente. En el Grupo Auna (Retevisión, Amena y un buen número de los cableros) tiene su apuesta Telecom Italia, mientras la británica BT juega su baza amparada en la larga trayectoria de BT Ignite, France Telecom lo hace con Uni2, o Airtel ya ha resuelto sus luchas accionariales y se ha convertido en Vodafone.

Por su parte, la mayoría de las compañías europeas dedicadas al negocio de carriers de carrier o enfocadas al mercado corporativo, tienen presencia en España.

Y sin embargo, todo este proceso continuará durante algún tiempo porque la única duda quizá únicamente resida en conocer si al final serán cuatro, cinco o seis los operadores globales.
A pesar del aluvión de nuevas operadoras que ha visto la luz en España durante los últimos años, lo cierto es que, en términos de cuota de mercado, poco se ha notado la liberalización. Telefónica continúa mostrando una posición privilegiada que bien quisieran compañías internacionales de la talla de Deutsche Telekom o BT en sus respectivos mercados.

A nivel global, la operadora presidida por César Alierta controla alrededor del 90 por ciento de la cuota en términos de tráfico. Sin embargo, es en el segmento corporativo donde las compañías alternativas han comenzado a erosionar la resistencia numantina de Telefónica. Incluso, hay quien apunta que el terreno cedido por la operadora casi ronda el 50 por ciento, si bien es cierto que, hoy por hoy, la mayoría de las compañías -apenas exceptuando a Tele2- están centrando sus esfuerzos en abordar este mercado. Incluso aquellas que comenzaron en el mercado residencial como Jazztel, Uni2 o Retevisión, a las que hay que sumar el aluvión de las llamadas carrier de carriers -KPNQwest, Carrier1, Global Crossing, Colt Telecom, Equant, BT Ignite, etc.- que además de vender capacidad a otros operadores han puesto sus ojos en el mercado corporativo como nueva fuente de negocio que además les permita comenzar a cubrir la enorme inversión desplegada en sus redes de fibra óptica, cuya capacidad apenas ha sido cubierta.

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Redacción Computing

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