Desde el bienio 1994/1995 las partidas presupuestarias de inversión en TI dentro de nuestro país han ido tomando un cariz cada vez más positivo. Sí es cierto que se produjo un pequeño bajón en crecimiento entre las previsiones para el 98 y aquellas otras realizadas para el 99 (del 15,8 al 13,6 por ciento), que todos los analistas achacaron a un parón provocado por la necesidad de almacenar recursos para el temido cambio de fechas inherente al cambio de fechas inherente a la llegada del 2000 (aquello que se dio en llamar Y2K). Y parece que la profecía se cumplió ya que la evolución del presupuesto en TI volvió a subir hasta el 17,2 por ciento según los datos del último estudio de CB Consulting al respecto.
Nuestras últimas cifras, referidas al periodo 2000/2001, muestran que el crecimiento global se sitúa un poco por debajo del anterior con un total del 14 por ciento. Un retroceso que, para algunos analistas, podría empezar a indicar un periodo de recesión global. Se empieza a especular con que es imposible que un sector mantenga periodos de crecimientos de dos dígitos durante tantos ejercicios seguidos, pero lo cierto es que la crisis, como tal, aún no ha llegado.
Sí es verdad que durante los dos últimos años hemos sido testigos de la llegada al mundo corporativo (también al hogar aunque de modo más lento) de Internet. Además de cambiar las formas de hacer negocio, la convergencia entre informática y comunicaciones (fijas y móviles) ha hecho estallar un nuevo tipo de compañías, las llamadas dot com, cuyos resultados financieros no han cubierto previsiones desestabilizando las bolsas tecnológicas de todo el mundo. De otro lado, las compañías tradicionales se han visto obligadas a cambiar sus estrategias de negocio para no quedar fuera de la nueva Era Internet, afectando este hecho negativamente a sus resultados. Tampoco podemos olvidar, en relación con la inestabilidad bursátil de la industria de las TI, el continuo movimiento de fusiones y adquisiciones que se ha producido en el entorno de las mayores operadoras de telecomunicaciones y el famoso proceso de escisión de Microsoft que desencadenó una reacción de bajada generalizada.
Podríamos así hablar, más que de crisis, de un proceso de reajuste de la economía en general y del sector informático en particular. De hecho, dejar de invertir en tecnología es imposible. Pueden darse años de mayor bonanza que otros pero las inversiones siguen creciendo. Si nos centramos en las cifras obtenidas en nuestro último estudio, en la estimación del crecimiento del gasto informático en 2001 con respecto a 2000 es la Administración Pública española la que se lleva la parte del león con un 19,7 por ciento. Le siguen Industria (16,6 por ciento); Servicios (14,5 por ciento); Distribución (3,7 por ciento) y Finanzas (3,5 por ciento).
Con respecto a en qué se invierte, el área de hardware es una vez más la principal partida presupuestaria llegando a representar un tercio del total de la inversión prevista (33 por ciento, aunque menor que el 42,3 por ciento del año anterior). También se reducen ligeramente la participación de la inversión en software (31,6 por ciento frente al 34,6 por ciento de la anterior investigación) y aquella otra destinada a servicios (pasa del 23,1 por ciento del estudio del pasado año al 20,5 por ciento actual). Pese a estas disminuciones lo cierto es que, como decíamos, el crecimiento en las previsiones sigue un curso ascendente. Según la conclusión de CB Consulting, la situación del mercado de las Tecnologías de la Información en España sigue siendo optimista.
Este optimismo se basa en que, pese a no cubrir las cuotas de bonanza a que obligaron el movimiento Y2K y la adecuación al euro, otros sistemas tecnológicos siguen siendo de inclusión indispensable en los modelos de negocio. Hablamos de, por ejemplo, modelos CRM que han de complementar a los sistemas de gestión ERP para cubrir las áreas de back y front office en los nuevos marketplaces. Tampoco quedan fuera de las previsiones de inversión la mejora de los anteriores sistemas de gestión documental o, muy importante, el giro que todas las grandes firmas de cualquier sector están dando hacia unos modelos de gestión del conocimiento cada vez más sofisticados. Indudablemente esto obliga a que siga creciendo la inversión en hardware de última generación de un lado; de otro, se amplían las necesidades de procesos de Workflow y los data warehouses ya instalados siguen creciendo, especialmente por la necesidad de mejora y adaptación a los entornos Internet donde el poder analizar en tiempo real los comportamientos del mercado es un imperativo para poder obtener algo fundamental la fidelización de un cliente que, como ya hemos repetido muchas veces, está a sólo un click de ratón de la competencia. Hablamos también del uso cada vez más extendido y habitual de gestores de bases de datos inteligentes y, como no hacer referencia a la nueva apuesta del momento la Internet móvil. Todas las grandes compañías del sector han anunciado en los últimos meses enormes esfuerzos, ecomómicos y de investigación, en la creación de nuevas unidades de negocio enfocadas al entorno wireless. Claramente los estudios macroeconómicos de los grandes pesos pesados no pueden equivocarse. Ahí puede estar el catalizador de las nuevas inversiones en TI por parte del mercado. Un mercado en el que, por otra parte, cada vez se diluyen más las fronteras entre la gran cuenta y la pyme dado que nuevas figuras como ISPs y ASPs han logrado dar con un modelo de prestación de servicios que permite a una empresa de magnitud media aprovecharse de sistemas de gestión hasta ahora accesibles a las grandes corporaciones.
Reiteramos, pues, que más que de crisis en el sector debemos hablar de reajuste hacia un nuevo entorno donde las Tecnologías de la Información se han convertido en la clave imprescindible.