La verdad de la matemática depende en gran medida de quién hace las cuentas como ya quedó demostrado hace dos años cuando los escándalos financieros de WorldComm y Enron se convirtieron en acicate para endurecer la legislación de control financiero. Pero ni Sarbanex-Oxley, ni Basel II, ni el Acta Health Insurance Portability and Accountability (HIPPA) han conseguido aún lo que pretenden y así se ha vuelto a poner de manifiesto con el anuncio por parte de Nortel Networks de la necesidad de retrasar el cierre de sus resultados a fin de dar tiempo a los auditores a corregir errores.
El comunicado, casi inmediato al anuncio de suspenso del CFO de Nortel, Douglas Beatty, y el controller de la compañía, Michael Gollogly, que han sido sustituidos por William Kerr y MaryAnne Pahapill, respectivamente; suma un nuevo capítulo a ‘culebrón’ iniciado el pasado octubre cuando Nortel anunció que tendría que revisar sus informes financieros remontándose hasta principios de 2000 a fin de subsanar errores contables que se traducen en cientos de millones de dólares. Un rápido descenso del valor de las acciones de la firma en el New York Stock Exchange ha sido la primera consecuencia de una noticia que ha caído como un jarro de agua fría sobre los accionistas, que eufóricos desde pasado febrero ante un supuesto retorno a beneficios (732 millones de dólares para el conjunto del año) después de cinco años de pérdidas, ahora afrontan un suspenso que pone a Nortel contra las cuerdas para cumplir con unas obligaciones que se materializan en 1.800 millones de dólares en acciones y otros 1.800 millones en deuda convertible, y que podrían obligar a la compañía a buscar recursos financieros alternativos para cumplir con sus compromisos.
Pero el suspenso en la comunicación de los resultados correspondientes a 2003 no es sólo asunto de Nortel. Veritas Software también se ha convertido en objeto de una investigación y tendrá que volver a exponer sus resultados financieros correspondientes a 2001 y 2002, con el consiguiente retraso en la consolidación de las cifras de 2003. Al parecer, las cuentas que en su día realizara Kenneth Lonchar, el CFO de la compañía que dimitió en octubre 2002, no son tan correctas como debieran y adolecen de desfases que podrían derivarse de la adquisición de la unidad de software de Seagate Technology en 2000; un asunto que la firma tendrá que clarificar con la ayuda de KPMG
En cualquier caso, y al margen de las negativas consecuencias en su cotización bursátil, Veritas espera que los resultados de 2001 se vean recortados entre uno y cinco millones de dólares respecto a los 1.490 millones de dólares inicialmente publicados; y respecto a 2002, la compañía prevé que la facturación de 1.510 millones de dólares aumente entre cinco y diez millones de dólares, aunque con una caída en la misma cantidad de unos beneficios iniciales de 57 millones de dólares. En cuanto a 2003, la facturación podría verse recortada entre 10 y 15 millones de dólares, mientras que el beneficio neto haría lo mismo entre 15 y 20 millones de la misma moneda.