Empleo

La cifra estimada de empleados para finales de 2000 se sitúa en 84.626 personas.

Publicado el 25 Ene 2001

En un capítulo dedicado al empleo lo primero que podemos resumir, a la vista de los resultados y de su evolución, es que este de las Tecnologías de la Información es un sector saludable.

Un crecimiento anual compuesto situado en un 12,7 por ciento durante los últimos cuatro años nos parece bastante aclaratorio. Otros puntos de vista sobre la salud de un sector estarían en la evolución de la facturación, pero no es en absoluto el objetivo de este capítulo, aparte de haber sido considerado en los capítulos correspondientes.

Es posible que aparezca una aparente desaceleración de los incrementos, si comparamos con años anteriores, pero hay que tener en cuenta que estamos con incrementos de dos dígitos y que los incrementos de personal coyunturales de los años 1998 y 1999 no eran fácilmente repetibles, dado que aquellas contrataciones se realizaron para paliar todos los posibles resultados del enfrentamiento empresarial a las consecuencias de no estar preparadas ante el Efecto 2000.

Además, y aunque en el empleo resulta muy delicado hablar de previsiones, y más en entorno de continuo cambio, lo cierto es que para el año 2001 se prevén incrementos igualmente de dos dígitos, según los datos que tenemos actualmente.

En ediciones anteriores del anuario decíamos que el incremento de empleo de los años precedentes a la resolución del Efecto 2000 no iba a decaer una vez subsanadas las necesidades de personal provocadas por el mismo. Esto se ha corroborado al incrementarse nuevamente el empleo en el año en el entorno de los dos dígitos.

Pero es que además, las razones que apoyan la creación continuada de empleo en estos años venideros, aparte del déficit declarado a nivel mundial y europeo, (existe más demanda que oferta disponible, en muchas de las especialidades de las Tecnologías de la Información), las empresas usuarias han comenzado un camino claro de adopción de tecnologías que les permitan competir con, al menos, las mismas armas que el resto de sus competidores, lo que provoca una adaptación paulatina de las nuevas tecnologías, que requiere de un gran apoyo par parte de la empresas proveedoras.

Son las propias empresas proveedoras de los diferentes conceptos integrantes de las Tecnologías de la Información las principales interesadas en solucionar el déficit existente en el empleo en este sector.

Si no se aborda rápidamente, el diferencial existente entre la oferta, que sale preparada con demasiada lentitud, y la demanda creciente de personal especializado que se produce irá en aumento, y el principal efecto secundario sería a medio plazo la propia ralentización del avance de las Tecnologías de la Información.
Es por esta razón que las propias empresas proveedoras han de tomar el rábano por las hojas y aportar su grano de arena mediante la formación de personal, formación que si bien ha de ir precedida de una previa formación mínima del personal por entidades educativas, no por ello ha de desestimarse.

Es cierto que los presupuestos en formación están creciendo en las empresas proveedoras de Tecnologías de la Información, pero no lo suficiente ante el problema que se les viene encima. Abordar una inversión, que no gasto, en formar a las personas, con todos los riesgos que sabemos que ello comporta, (alta rotación del personal una vez terminada la formación, asignación de recursos específicos que hay que detraer de otras actividades…etc.), es una tarea que comporta beneficios a medio plazo, e incluso a corto plazo si los planes de formación están correctamente integrados en estrategias de incorporación inmediata o a corto plazo del personal entrenado.

Esto es una asignatura pendiente a nivel mundial, ya que la actitud empresarial ante la formación específica por la empresa tiene demasiados condicionantes, como son entre otros el de realizar la formación del personal a posteriori, es decir, una vez contratados para la empresa. De esta forma se produce un retraso en la incorporación efectiva del empleado a las tareas empresariales, es decir, un periodo de latencia, mientras que con la formación previa, colaborando con las universidades y centros de formación en Tecnologías de la Información, las empresas proveedoras se anticipan al problema.

Claro que el primer pensamiento de las empresas es no invertir en formación para que lo aproveche un tercero, pero esto es evitable si la empresa, además de formar, sabe venderse ante el alumno.

Y hay que considerar que, al igual que nunca se olvida del todo a los maestros que han intervenido en la educación de cada uno, al colegio de la infancia, resulta bastante frecuente la creación de un cierto lazo afectivo entre el educando y la empresa que le ha proporcionado la formación. Sobre todo si es de buena calidad, por lo que no debemos ser cicateros ni ocultistas ante una buena formación.

Generalmente no hay nada en los cursos de formación que sean materia reservada empresarial, al menos en la formación tecnológica que nos ocupa, pero a veces se da esa errónea impresión.

Una buena formación de un alumno es una huella que permanece, así como el lazo con quien te ha instruido. Si a la empresa le interesa, ha de saber hacer que se quede, y si el educando se va, cosa a veces frecuente tras la recepción de la formación, la experiencia nos dice que la tendencia a volver, si la formación ha sido la adecuada, la imagen de la empresa la correcta y el atractivo empresarial existe, es muy alta.

No hay que temer a la rotación. La rotación enriquece a la persona y a las empresas, que también se enriquecen mutuamente. Haz tu empresa atractiva, forma correctamente a las personas y tendrás buenos empleados.

Afortunadamente, el empleo está asegurado para el personal formado, pero si no aceleramos la formación y dejamos que el gap se incremente, serán las propias empresas las que sufran la ralentización de sus ventas y competitividad.

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Redacción Computing

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