Es como cada vez que emprendemos un largo viaje, pese a las adversidades, al final de la jornada sólo recordamos tres o cuatro hitos que definieron el trayecto. Pero lo que sí está claro es que, una vez concluido el periplo, ya no somos los mismos. Un dinamismo y una fuerza se apodera del conductor que ha sido capaz de atravesar las más arduos caminos y superar cualquier circunstancia a base de tesón.
No creo que a Séneca pueda acusársele de necio y cuando soltó aquello de que “lo mismo que un río: el hombre es cambio y permanencia” retrató maravillosamente una de las grandes bipolaridades de nuestra naturaleza. Nada es inalterable en un camino que hay que inventar día a día y es ese empeño de mamífero el que nos impele a agarrarnos a unas coordenadas ficticias de seguridad y estabilidad. La vida es viaje y debemos asumir los mandos de la nave para emprender cualquier desafío, sin miedo al fracaso, el gran lastre de nuestro tiempo (y de todos los tiempos, diría). Estamos obligados a salir a escena y Mahatma Gandhi nos dio la clave:
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Y haciendo una traslación tramposa pero bien intencionada al mundo de las TI, creo que sería muy positivo para nuestro sector adoptar este eslogan e interiorizarlo:<strong> “Si quieres cambiar tu organización, cámbiate a ti mismo”.</strong> Y el CIO es precisamente una de esas figuras que está en condiciones de poner en marcha esta transfiguración, pues cada vez su peso en las empresas es mayor, pues resulta más notoria la repercusión que las Tecnologías de la Información tienen sobre el negocio, tanto en términos de productividad como de mercado.
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En estos quince años el responsable del departamento TI ha operado una metamorfosis en consonancia con el propio mundo. La tecnología le pone en disposición de mirar por encima del día a día, separar el grano de la paja y centrarse en la estrategia de negocio. La tradicional función de apagafuegos debe dar paso al de gestor de bomberos. Es más importante que se despoje de su etiqueta de experto tecnológico y que se ponga la gorra de experto de negocio. Un responsable que debe ser capaz de balancear la provisión de servicios tanto interna (insourcing) como externa (outsourcing), saber cuáles son las partes del negocio que se deben externalizar con socios estratégicos de confianza y gestionar toda esta diversidad con criterios basados en normas de calidad y con el gobierno TI como hoja de ruta.
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Con la crisis, su papel resulta incluso más crucial para la empresa que a su vez le exige una mayor influencia en el control de los costes, saber discernir entre gastos discrecionales y no discrecionales. Los primeros, que atañen a aspectos como el mantenimiento y el día a día, copan por lo general gran parte de los presupuestos de las empresas, mientras que los no discrecionales, aquellos que vinculan al negocio con la innovación y con metas estratégicas tiene una menor relevancia de la que debieran pero deben ser acometidos con inteligencia y tomando todas las precauciones.
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El CIO también debe contribuir a reducir la complejidad innecesaria de las TI de su organización, eliminar el sobreexceso de sistemas y evitar la infrautilización de los recursos. “Hay un problema de sincronización entre el ciclo de las tecnologías y el ciclo del negocio”, ha comentado recientemente un experto consultor de Bain llamado <strong>Rudy Puryear.</strong> Y es que el brazo TI de la compañía debe responder con mayor rapidez a las peticiones de los departamentos comerciales en aras de un <strong>time to market más rápido y ágil</strong>. Muchas veces la solución la tienen más a mano de lo que parece, en vez de embarullarse en desarrollos propios, los CIOs deben saber que hay muy buenos proveedores en el sector TI en los que delegar tareas. Las empresas deben dejar los zapatos TI a otros y centrarse en los propios zapatos de su negocio.
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