Los que llevamos unos pocos años en este mundo de la informática, echando la vista atrás, hemos vivido en los últimos 15 años lo que se podría definir como la evolución darwiniana de la computación.
Los años 80 y principios de los 90 dejaron un amplio abanico de dinosaurios a los que no les gustaba mucho interactuar con el medio ambiente, grandes sistemas monolíticos propietarios cuya finalidad era consumir y procesar información, teniendo que adaptarse el entorno a lo que el sistema disponía. En la mayoría de los casos los sistemas informáticos regían el proceso del negocio encorsetándolo en sus parámetros.
En el año 95 los ordenadores personales empezaban ya a ser algo normal en nuestras vidas, no se entendía una oficina sin un ordenador personal, y además esos ordenadores ya se hablaban entre sí, compartían información, unos pocos ya eran capaces de conectarse a algo que se llamaba ‘Internet’, se podía consultar información del negocio en remoto.
Empezaban a aparecer los mamíferos, mas adaptables, interactuaban con el entorno, se acomodaban a él, los sistemas abiertos, nacidos de la fuente inagotable del UNIX, empezaban a proliferar por doquier, sistemas que permitían integrar herramienta útiles para la gestión; el usuario y la empresa empezaban a ver que la tecnología les seguía los pasos, que se adaptaba a sus requerimientos.
Eso que se llamaba Internet ya era una realidad, avanzábamos por los finales 90 y la tecnología quería ser popular, quería facilitar negocio, ser un ‘Business driven’ como se decía entonces; lamentable y como ocurre siempre la madre naturaleza es sabia y pone las cosas en su sitio, las especies que no siguen una evolución adecuada no sobreviven, a esto se le llamó ‘la crisis de las punto com’, simplemente no se puede hacer negocio sobre una base inexistente, es decir, no se puede vender lo que no hay.
Esta selección natural hizo que la tecnología entendiera que para sobrevivir tenía que ir siempre de la mano del negocio, entendiendo lo que se requería en cada momento, poniendo siempre los medios para que cualquier iniciativa pudiera ser cubierta, en definitiva, había que agilizar y dinamizar.
Habíamos cambiamos de siglo, Internet ya era una realidad del día a día, las comunicaciones y el intercambio de información era una necesidad imperiosa, ya se entendía que la colaboración, a todos los niveles, iba a ayudar a sacar adelante cualquier proyecto; el código abierto, gente de diferente lengua, país o estatus trabaja para crear plataformas de libre distribución. Definitivamente se empezaba a ver una nueva evolución.
Estábamos en la era de comunicación, cualquiera podía acceder a cualquier servicio en cualquier parte, no sólo a nivel particular, las empresas veían sus procesos como servicios internos, el concepto de cliente interno, se empieza a hablar de SOA y XML, vamos a hablar de lo que hacemos, ya la tecnología no es tan importante, ya sabemos que tenemos tecnología, como tenemos lavadora o frigorífico, ya es un ‘facility’, forma parte de la infraestructura. Los mamíferos empiezan a crear las primeras sociedades, se relacionan, comparten servicios e información de forma ágil.
Toda evolución, como era de prever, nos lleva a una cierta madurez y la madurez lo que trae consigo es la reflexión, con ello empezamos a darnos cuenta de que realmente si queremos seguir evolucionando tenemos que pararnos y pensar qué y cómo hacemos lo que hacemos.
Empezamos a estudiar los procesos, cómo mejorarlos, cómo hacer que el negocio mejore, la tecnología ya no es importante, lo importante es saber lo que hago y cómo, una vez que lo sepa, la tecnología seguro que me ayudará a ello.
Computing con sus 15 años de edición ha sido un fiel notario de esta evolución, haciendo eco de lo que la tecnología ha ido aportando y lo más importante lo que el negocio esperaba de la tecnología, como ayudar a las empresas a seguir creciendo.
Enhorabuena por los 15 años y seguid haciéndolo bien otros 100 más (por lo menos).
