Llega al mercado el resultado de largas horas de investigación y desarrollo, de bancos de pruebas con cientos de usuarios y de un know-how que reúne lo más prístino de la innovación. Un producto ‘tope guay’ que llega a hacerle la vida más fácil al usuario, que le llevará a la tierra prometida de la productividad y la competitividad. O al menos eso parece a primera vista (con perdón, no era mi intención hacer juegos de palabras).
Evidentemente, no se puede negar la mayor a las novedades, en general traen mejoras sensibles que el propio mercado está pidiendo y resuelven problemáticas que anteriores versiones fueron incapaces de solventar. Pero no todo es de color de rosas, actualizar un software de última generación lleva consigo normalmente nuevas exigencias de hardware. Y ahí topamos con la Iglesia. Vaya usted a contarle a un Chief Information Officer (en castizo, el hombre de las TI) que tiene que cambiar su parque de ordenadores para meter tal o cual sistema operativo, o la suite ofimática de turno. Convénzale de que es primordial para su negocio mandar al punto limpio de la ciudad 5.000 ordenadores personales que compró hace tres años.
Son pura chatarra, obsolescencia insultante para los puestos de trabajo de una empresa moderna y proactiva como la suya. Y si convence al CIO, que no es labor baladí, a ver cómo se las apaña este directivo para rendir la voluntad del Chief Financial Officer (en castizo, el tío de la pasta), que nació con un no en la boca. No sé por qué, los directores financieros tienen el sambenito de huraños y rígidos. Lo cierto es que CIO y CFO componen un matrimonio peculiar. Pero si aun así obra el milagro, por ser una persona muy persuasiva y tenaz, aún queda el gran escollo del Chief Excutive Officer (en castizo, el jefazo), que no se va a dejar convencer por palabras bonitas ni desiderátums.
Pero si a pesar de todos los pesares, con la crisis galopante que hay, con la reducción de los presupuestos TIC, con las políticas de austeridad, consigue cerrar el contrato y que el cliente se deje la plata en nuevo hardware y software, puede usted considerarse el profesional más convincente del mundo. De lo contrario, dedíquese a vender nubes. Es mucho más práctico.