Este verano pasé algunos días en Francia, concretamente en el Valle del Loira. Como aficionado que soy a la ciencia y a la ingeniería no pude resistirme a visitar el Chateau Clos Luce, residencia de Leonardo da Vinci, donde pasó los últimos años de su vida al servicio de Francisco I, allá por 1516. Allí pueden apreciarse 40 maquetas, algunas incluso a tamaño real, de muchos de sus mejores inventos. Tengo que confesar que algunos me resultaron tan adelantados a su tiempo que me sorprendieron verdaderamente. Por poner algunos ejemplos no tan conocidos, vi un sistema de propulsión naval por palas mecánicas rotatorias, en vez de los clásicos remos de la época, o una máquina que producía movimiento por presión de vapor.
Sin minimizar la importancia de la figura de Leonardo da Vinci, que es para todos el paradigma de la innovación, pongo de relieve el dato que son contados los inventos suyos que tuvieron aplicación práctica antes del siglo XVII o XVIII. Esta apreciación me llevó a reflexionar sobre la innovación y el pragmatismo, particularmente aplicados a nuestro sector.
Los analistas lanzan con metódica periodicidad nuevas ideas al mercado, pero sólo unas pocas cuajan en los clientes finales. La razón es obvia, las prioridades de los clientes son distintas a las de los fabricantes y los analistas. El CIO es un directivo de carne y hueso obligado a innovar para mejorar, pero constreñido por un presupuesto menguante, con un día a día lleno de problemas y que tiene que demostrar continuamente la rentabilidad de los proyectos que decide acometer. Entonces, ¿cuál es la verdadera innovación? Entiendo que la innovación real es la necesaria, la que resuelve problemas prácticos; creo que hace falta un humilde ejercicio de apego a la realidad para ofrecer a los clientes una innovación que resuelva verdaderamente sus problemas de ahora, no los que surgirán o podrían surgir dentro de diez años.
Con esta afirmación, ¿qué necesita un cliente de mid-market? A buen seguro lo mismo que un gran cliente, esto es, un integrador de su tamaño, con capacidad y precios ajustados a su presupuesto y que le ahorre complejidades. Por otro lado, ¿qué necesita una gran cuenta? Esencialmente que una compañía de prestigio le ayude a consolidar sus sistemas para ahorrar dinero y gestionar mejor sus recursos. ¿Necesita también movilidad? Sí, siempre que vaya acompañada de una reducción de los recursos en oficinas centrales, que es lo que supone el verdadero ahorro. ¿Y migración de Mainframe o Unix a Linux? Por supuesto, con una estudiada planificación y basándose en las buenas prácticas para ahorrar mucho dinero cada año. ¿Es importante backup a disco y/o de-duplicación? Sin duda, resuelve toda la problemática de las cintas y automatiza procesos que pueden llevar a ser realmente problemáticos en ubicaciones remotas y no tan remotas. Además permite hacer una recuperación en horas, y no de días, lo que a buen seguro agradecerán todas las áreas operativas. ¿Y en cuanto a la Cloud Privada? Obviamente ya que no es más que un proceso de consolidación a gran escala cuyos problemas prácticos suelen ser más organizativos y de “áreas de poder” que tecnológicos.
Con todo ello pongo sobre la mesa algunos ejemplos de innovación real, necesaria, pero sobre todo pragmática, que es la que necesitan los CIO en 2013 y que es la que ofrecemos a nuestros clientes todos los días. La experiencia nos hace ver que los clientes “compran” la innovación si resuelve una necesidad real. Ya no nos subimos tan fácilmente a trenes que pasan con destinos remotos, inciertos y nebulosos. En 2020 habrá seguramente otras necesidades distintas, perentorias y reales, pero a día de hoy, a finales de 2013, hay cuestiones que deben resolverse. Con los pies en la tierra, debemos proporcionar soluciones probadas a los problemas del ahora.
