Los dispositivos móviles son cada vez más importantes en nuestras vidas. Según el ‘Informe sobre las apps en España’ elaborado anualmente por The App Date, España se ha convertido en el país europeo con mayor penetración de smartphones y tablets, contando con 22 millones de usuarios de apps activos y un volumen de descargas diarias de cuatro millones. Por su lado, la consultora IDC afirma que el crecimiento de las tablets en España es imparable, acaparado hasta el 60% de las ventas globales de ordenadores, lo que representa casi un 40% de la facturación global del sector.
Estas cifras son realmente increíbles. Tanto que hablan por sí solas. Todas las personas que hay detrás de estos datos acuden a diario a trabajar con su teléfono personal y, a veces, también con el de la empresa. En un mundo cada vez más globalizado, donde la movilidad y la flexibilidad son ya valores intrínsecos en muchos perfiles profesionales, el disponer de un teléfono corporativo, además del personal, es ya una realidad, aunque a veces llevar encima dos dispositivos no sea lo más deseable.
La imparable evolución tecnológica ha dado a luz una nueva generación conocida como los ‘nativos digitales’, término que fue acuñado por el escritor norteamericano Marc Prensky para hacer referencia a todos los nacidos en el entorno tecnológico digital en la franja de los años 80 y 90, los cuales están plenamente familiarizados con este entorno. Estos nativos digitales no conciben, de ninguna manera, un mundo sin movilidad, lo que está propiciando la incorporación cada vez más rápida de BYOD a las políticas corporativas de muchas empresas, las cuales se preocupan por hacer una correcta integración del aspecto personal y profesional de una misma persona en un único dispositivo.
No es raro que una empresa ponga a disposición del empleado un dispositivo para la realización de su trabajo y responder a su inquietud de tener un smartphone desde el que desempeñar sus tareas como utilizar el correo electrónico corporativo, visualizar datos archivados en servidores de su empresa, consultar bases de datos, etc., acabando por convertirse también, finalmente, en su dispositivo personal. Se trata de un modelo que se ha puesto muy de moda en los países nórdicos y que, como suele ser habitual, está tardando más en implementarse en los países del sur de Europa, entre los que se encuentra España a pesar de que cuenta con el mayor número de dispositivos del continente.
Las empresas poco a poco se están dando cuenta de que esta tendencia, contrariamente a lo que pensaban, está aumentando la productividad entre los trabajadores. Sin embargo, muchas organizaciones no han evolucionado a la par que las generaciones digitales y se enfrentan al reto de asumir que sus empleados, en muchas ocasiones, tendrán tecnología más avanzada como usuarios privados que como empleados. Es entonces cuando estás deben plantearse adaptar sus sistemas para que sus trabajadores puedan acceder desde sus propios dispositivos a las informaciones de las empresas de manera fiable y segura, siendo la seguridad, el coste y la complejidad las preocupaciones más habituales de las empresas a la hora de implantar estos servicios. Pero si queremos captar talento y tener a las últimas generaciones digitales en el seno de nuestras empresas, tenemos que darle acceso a la empresa a través de dispositivos de última generación, porque ya tienen o podrían tener ellos acceso desde tecnología de vanguardia a nivel personal.
Pero si esta tendencia supone un reto para las empresas, lo es aún más para las Administraciones Públicas en la medida en que éstas deben ofrecer múltiples servicios a los ciudadanos y a través de diversidad de canales y sistemas. Las Administraciones deben facilitar a los ciudadanos el que estos puedan acceder libremente a cualquier contenido o aplicación creada para ellos con independencia del dispositivo que tengan, sin limitarlos nunca a un sistema operativo concreto. Es decir, sin limitar el acceso a los usuarios de Blackberry, iPhone, Android, Firefox, Windows… sino que puedan acceder desde cualquiera de ellos.
Mostrarse reacio a adoptar este tipo de modelos puede traer, a corto y medio plazo, muchos riesgos, ya que su implementación paulatina y creciente está demostrando sus bondades dada la alta flexibilidad y elevada satisfacción que genera en el trabajador este tipo de políticas.