Los tecnólogos, consultores y expertos de las TI vienen haciendo alarde de un lenguaje técnico, a veces desmesurado, con el que amén de diferenciarse como estirpe especial consiguen poner en apuros a directivos menos avezados en los nuevos conceptos. El poder del analista siempre se ha revestido de sustantivos crípticos y otros adornos con el que poder cautivar a sus clientes. Los cultismos han sido un arma de poder; de hecho las clases elitistas han recurrido a ellos para destacarse sobre otras clases más bajas que no tenían acceso a las fuentes de conocimiento y no podían saborear el néctar de los privilegiados.
En Tecnologías de la Información, las nuevas palabras son una necesidad acuciante que genera la innovación vertiginosa que caracteriza a esta industria. Y su ciclo de vida va en consonancia con el ciclo de vida de la tecnología que representan. Así, con el tiempo han ido languideciendo términos como ASP, antivirus o informática. Otros que surgieron con fuerza irresistible, como es el caso de cloud computing, corren el riesgo de saturarse y de convertirse en vulgarismos. Es en ese momento en el que el concepto deja de ser útil para el comercial. Hay que generar nuevos términos para seguir moviendo el mercado. Cloud ya no ‘vende’, ahora es mejor ‘as a Service’, alcanza más matices y abre un mayor horizonte al mundo de la oferta. Todos estos cambios resultan comprensibles, son efectos colaterales de la propia dinámica del sector.
Sin embargo hay otros cambios que podríamos calificar de estructurales, cuya aplicación requiere una transformación más profunda. El inefable presidente de Telefónica, César Alierta, comentaba en Santander que hablar de las TIC ya no tiene sentido. Su homólogo en Vodafone, Vittorio Colao, iba más lejos: “no hay que hablar de economía digital, sino de economía”. La obsolescencia del lenguaje es proporcional a los intereses de los fabricantes y desarrolladores. Las killer applications llevan aparejadas nuevas palabras con instinto depredador, que tratan de imponerse como nuevos machos alpha disruptivos y dueños de las conversaciones del mercado.