Gracias a Google sé fehacientemente que el autor de tan magna frase fue Marco Tulio Cicerón y no Karl Marx, como se empeñaban mis recuerdos de estudiante en atribuir. Gracias a Google sabemos cómo llegar a cualquier dirección. Gracias a Google podemos traducir palabras al idioma más complicado. Gracias a Google podemos hacer visitas virtuales por nuestro planeta y viajar al país que deseemos. Gracias a Google… ¿acabaremos siendo seres desmemoriados y perderemos la capacidad de confiar en nuestros conocimientos y en los de los demás? Sepultados por la amnesia digital.
Ya lo alertaba Nicholas Carr en un artículo publicado en 2008 ‘Is Google making us stupid?’, quien reconocía que Internet le estaba robando la capacidad para concentrarse y profundizar en un tema. Un reciente estudio de Kaspersky alerta sobre este problema de la amnesia digital, “los recuerdos están en riesgo por confiar toda la información en los dispositivos conectados”. La mitad de los españoles se acuerda del número de teléfono de su infancia y es incapaz de aprenderse el teléfono de sus hijos o incluso de su pareja (el arriba firmante suscribe esta misma inutilidad).
El estudio también constata que la pérdida o robo de los datos almacenados en los dispositivos digitales dejarían a muchos usuarios a dos velas. Pocos ‘héroes’ en estos momentos se embarcarían en los grandes novelones del siglo XIX y menos se atreverían con la Odisea. Con cuatro tuits el personal ya siente su intelecto reconfortado. Todos los miedos reflejados en novelas futuristas que proliferaron tras la segunda guerra mundial del siglo pasado (‘1984’ de Orwell, ‘Un mundo feliz’ de Huxley o Farenheit 451 de Bradbury), pueden volver a la suscitarse. ¿Qué ocurriría si vacíos de memoria un poder dictatorial sustituyera los contenidos, reescribiendo la historia y replanteando los conocimientos para su utilidad tiránica? Espero que, gracias a los recelosos de Google, esto no sea más que una paranoia del arriba firmante.
