Desde hace cinco años hemos venido presentando la figura del CIO 2.0 como un Directivo que, “además de las responsabilidades clásicas de la función, busca crear nuevas vías de ingresos para la compañía, transformando el negocio mediante la innovación co-creativa con otras áreas, utilizando la influencia”. Este CIO 2.0 es un agente transformador de su organización, que se considera él mismo negocio, siendo motor de innovación y generador de oportunidades gracias al uso inteligente de la tecnología. Ha esquivado la comoditización de TI y la pérdida de peso de muchos CIO 1.0, y ha mantenido una posición relevante en sus compañías.
Actualmente nos hallamos ante un nuevo momento de la verdad, en que las compañías, de todos los sectores y de todos los tamaños, se enfrentan al reto de digitalizarse y necesitan de un liderazgo fuerte impulsado por el CIO.
Una empresa digital es la que usa intensamente las TIC para competir. Gracias a las Tecnologías de la Información es más ágil, conoce y tiene una mejor relación con sus clientes, reduce sus costes, incorpora tecnología a sus productos o servicios y facilita la colaboración intensa de sus empleados. Utiliza las tecnologías para diferenciarse, las aprovecha para liderar el escenario en el que compite, para vender más, para ser más eficiente, para llegar a mercados a los que de otro modo no tendría acceso.
La digitalización no es opcional. Las empresas exitosas del futuro serán las que sean capaces de esta profunda transformación, de desarrollar estrategias adaptables, evitar la comoditización, crear diferenciación sostenible, promover una cultura de innovación, y atraer a clientes y empleados. Para ello, las empresas necesitarán digitalizar sus portafolios de productos y servicios, la manera en que hacen marketing, el modo en el que se comunican con sus clientes, cómo innovan, cómo capturan conocimiento o cómo desarrollan a sus equipos. Necesitan definir una agenda de transformación digital de sus modelos de negocio y operativos, y desarrollar nuevas capacidades y conocimientos a lo largo de toda la organización. Empresas de todos los sectores están entendiendo esta tendencia. Las empresas que fracasen en su transformación digital desaparecerán del mercado, como los organismos inadaptados en el proceso evolutivo.
Para llevar a cabo esta transformación las empresas necesitan un liderazgo fuerte, directivos que diseñen una visión del futuro y que sean capaces de inspirar a la organización para tomar las decisiones competitivas necesarias. Las empresas tienen que hacer elecciones estratégicas conscientes: dónde estar, qué necesidades y de qué clientes atender, qué actividades clave y qué competencias desarrollar. Y hacerlo en un contexto social y económico de digitalización de los consumidores y colaboradores. Deberán explorar los nuevos territorios de la automatización extrema, la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas, la analítica cognitiva, la ubicuidad, la revolución de las conversaciones. Precisan de máximos ejecutivos que entiendan la importancia estratégica del proceso, capaces de articular la visión digital de su empresa y definir la hoja de ruta para alcanzarla, y que proporcionen el contexto necesario para poder transformarse. Y estos directivos no existen en la mayoría de las organizaciones.
Era digital
Se precisa del CIO 3.0, capaz de liderar, quizás co-liderar, la transformación digital de su organización. Muchos CIO, si no lo están haciendo ya, impulsarán de manera decisiva la digitalización de sus compañías y tendrán un papel protagonista en sus organizaciones, sea con la denominación de CIO o, probablemente, con la emergente de Chief Digital Officer.
Una nueva función emergente. La era digital está colocando a muchas empresas ante la tesitura de tener que gestionar la presencia digital y aprovechar las interacciones digitales con clientes y socios en la cadena de valor. En el mundo digital los clientes son mucho más volátiles y promiscuos, y el conocimiento y actuación ágiles ante su variable comportamiento es una ventaja competitiva que las compañías van a empezar a reconocer. Así, las compañías necesitarán estrategas digitales que integren la gestión de la identidad digital, los nuevos canales de comercialización, el análisis proactivo de los datos heterogéneos obtenidos por las diversas fuentes del mercado y las conversaciones sociales. El Chief Digital Officer es este estratega digital.
Todavía son minoría las organizaciones que tienen un CDO (solo un 3% de las compañías) aunque ya son casi la mitad las que se plantean tenerlo.
Preguntados los CEO sobre si el CIO puede asumir ese papel la mayoría de las compañías se muestran abiertas a esa posibilidad. Otorgan a marketing el papel predominante, pero le dan de forma creciente un papel relevante al CIO. Y los CIO empiezan a verse como el Chief Digital Officer, si bien no creen tener una sólida estrategia digital (únicamente un 13,9% tiene definida total o parcialmente su visión digital).
En función de la situación de la compañía y el posicionamiento del Departamento TIC, el camino hacia el Chief Digital Officer puede ser más directo o requerir de una mayor preparación antes de involucrar a la máxima dirección y a las áreas de negocio, pero en ambos casos el reto es iniciar la reflexión estratégica y conseguir los apoyos corporativos necesarios para erigirse, de facto, en el Chief Digital Officer de sus compañías.