“Nada le obliga a usted a cambiar, usted cambia si quiere… después de todo, sobrevivir no es obligatorio”. Esta frase de Edwards Deming ilustra a la perfección lo importante que es para una empresa tener ventajas competitivas si se quiere ser innovador: una compañía que aproveche las sinergias entre su conocimiento del negocio y una plataforma tecnológica de nueva generación se posicionará a la cabeza de su sector.
El caso de éxito de Walmart es paradigmático en este sentido: nos ayuda a comprender cómo una empresa tradicional, gracias a una profunda renovación tecnológica en los últimos años, ha sido capaz de ofrecer a sus clientes soluciones que mejoran su experiencia de compra a la vez que ahorran tiempo y dinero.
El 90% de la población estadounidense vive a menos de 20 kilómetros de uno de sus establecimientos
Walmart es una corporación multinacional de tiendas de origen estadounidense que opera a través de cadenas de grandes almacenes de descuento y clubes de almacenes. Para hacernos una idea de lo importante que es su volumen, el 90% de la población estadounidense vive a menos de 20 kilómetros de uno de sus establecimientos. Durante los últimos años, Walmart ha emprendido una revolución tecnológica basando el crecimiento de su negocio en el desarrollo de software con el que se puede mantener a la cabeza de su sector. Entre otros, por ejemplo, ha construido una plataforma de pago digital propia (Walmart Pay), está en pleno proceso de construcción de la cloud privada más grande del mundo (que posibilita el proceso de 2,5 petabytes de datos a la hora, con lo que permite a sus equipos reducir el tiempo de proceso de datos y responder más rápido a las necesidades del mercado y clientes) y ha desarrollado la tecnología necesaria para poder implantar en varios hipermercados la función Scan and Go (para que los clientes escaneen y paguen los productos con su propio smartphone y eviten las largas colas). La última revolución tecnológica a la que Walmart se ha sumado ha sido blockchain para comenzar a controlar la trazabilidad de algunos de sus productos.
“Estamos avanzando rápidamente para convertirnos en una empresa digital que pueda servir mejor a sus clientes”. Con estas palabras, el presidente y CEO de la compañía, Doug McMillon se enorgullecía al anunciar un incremento en sus ventas del 36% en 2017.
Pero no solo hay que ver lo positivo de convertirnos en una empresa de software para poder adaptarnos al cambiante mercado en el que vivimos. También es importante tener en cuenta los perjuicios que tiene el uso de una tecnología obsoleta y que son, en una palabra, devastadores.
Las consecuencias de quedarnos estancados y no evolucionar pueden ir desde pérdidas en el servicio (que pueden llevar a costar hasta un millón de dólares al año a una empresa dependiendo de su tamaño o una degradación de la imagen de cara a los clientes) hasta un consumo de recursos (infraestructura y equipos) innecesarios en previsión de un posible crecimiento en la demanda.
Las empresa de cualquier tamaño, si quieren liderar sus respectivos mercados o incluso tan solo mantenerse vivas, deben trabajar con nuevos marcos de trabajo basados en la filosofía de despliegue continuo (Continuous Delivery) que les permita reducir el time-to-market a límites que hasta hace poco eran inimaginables para compañías tradicionales. No olvidemos que el propio Amazon hace miles de despliegues diarios.
Adoptar metodologías ágiles también es fundamental para disponer de productos y aportar valor a los mismos en espacios de tiempo muy reducidos. Y ya no hablamos únicamente de tecnología, sino también de cambios necesarios en la organización interna, con modelos DevOps que permiten disponer de equipos multidisciplinares cuyo único y común objetivo es el producto.
Lo que está claro es que las compañías están entendiendo que para poder competir en este nuevo mundo tienen que convertirse en empresas de tecnología y dejar atrás cualquier modelo de organización tradicional.