Todo lo que internet sabe de ti y tú desconoces

Por Raquel Román Barbero, Sales Director Iberia en CPP Group Spain.

Publicado el 09 Sep 2018

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Que internet alberga una gran cantidad de información sobre nosotros mismos es algo que ya tenemos asumido. Para empezar, sabemos que Google es el mayor cliente de los anunciantes, sabemos que cede información de usuarios para que otras compañías perfilen su publicidad digital y sabemos que conoce nuestros hábitos de consumo, nuestras búsquedas de productos en la red y las páginas que nos gustan o seguimos en redes sociales. Lo sabemos pero no parece importarnos, pues no ponemos en marcha las medidas de privacidad y seguridad adecuadas para evitarlo. Es algo tan intrínseco en la sociedad actual que prácticamente no nos paramos a pensar cuáles son realmente los datos que cedemos a este gigante de la información.

Internet lo sabe todo de nosotros. Cuando a través del navegador web de Google realizamos una búsqueda o entramos en una página web, estamos informando al responsable de la misma del día y la hora en la que hemos entrado, qué hemos leído, buscado o visto dentro de esa página e incluso cuántas veces al día, semana o mes accedemos a ella.

A priori, esto puede parecer poco importante, pero nuestros datos personales o nuestros hábitos de consumo no deberían quedar al alcance de cualquiera. Una consecuencia de ello es, por ejemplo, la publicidad online intrusiva y personalizada que surge a través de esta información cedida al gigante de internet. Para evitarlo, la navegación privada y el borrado periódico de nuestro historial web son dos medidas simples que podemos llevar a cabo para proteger nuestra identidad digital.

Otra de las aplicaciones a las que mayor número de información personal cedemos es YouTube. El proveedor de vídeo en streaming por excelencia almacena el historial de todo el contenido que ves en esta plataforma, conservando así el link, la hora y la fecha exacta del visionado de un vídeo. De esta forma, YouTube cuenta con información tan personal como tus gustos musicales, tus vídeos más vistos o el momento exacto del día que dedicas a esta actividad.

Hasta aquí todo puede parecer de lo más inofensivo. Los datos sobre nuestros gustos y preferencias en cuanto a páginas webs, compras online o vídeos no parecen albergar un contenido que deseemos ocultar –y más teniendo en cuenta la época en la que vivimos, donde compartir nuestros gustos a través de las redes sociales es una actividad más de nuestro día a día. Pero ¿y si supieses que Google sabe el nombre de tu madre, su número de teléfono, la calle por la que pasas todos los días para ir a trabajar o el número de tu tarjeta bancaria?

Con aplicaciones como Google Drive, Gmail, Google Maps, Google Play o incluso a través de los dispositivos Android, el gigante de Mountain View puede conocer tu ubicación a tiempo real, el recorrido que realizas diariamente por la calle, a quién mandas emails y con qué frecuencia, qué aplicaciones descargas en internet, con qué tarjeta bancaria las compras, qué imágenes tienes guardadas en tu galería o cuál es el número de teléfono que hay detrás del contacto que guardas como “Mamá” en tu móvil. También tiene acceso a los eventos de tu calendario, a las notas de Google Keep, a tus compras con Google Wallet, a las imágenes que compartes a través de Google Drive o a los amigos que tienes en Google+.

Pero aún no hemos llegado a lo más alarmante. Esta información no la tiene exclusivamente Google almacenada en una base de datos privada y segura, sino que puede ser fácilmente rastreable. Por ejemplo, infobel.com publica una guía electrónica de sus clientes la cual ha sido indexada por Google y, a través de una búsqueda avanzada, podemos llegar a conocer la dirección postal de muchas personas.

También cedemos una gran cantidad de información personal a las redes sociales. Facebook guarda las conversaciones de sus más de 3.000 millones de usuarios activos. Sabe si te interesa la política y, en el caso de que sí, con qué partido o ideología política simpatizas. Sabe también quiénes son tus amigos cercanos, qué usuarios de Facebook visitan más tu perfil o qué perfiles visitas tú más a menudo y para qué. Y por supuesto, conoce los eventos, restaurantes y lugares que has visitado a tiempo real, es decir, cuándo estuviste, con quién y cuántas horas pasaste allí.

Estos son tan solo algunos ejemplos de la cantidad de datos e información privada que cedemos a navegadores, aplicaciones y redes sociales sin ser conscientes. Un buen uso de internet y de las nuevas tecnologías pasa, no solo por conocer e informarse sobre las mismas, sino por protegernos digitalmente de los riesgos que conllevan. De la misma forma que protegemos nuestras pertenencias físicas o aseguramos nuestros teléfonos móviles, deberíamos preocuparnos por proteger nuestra identidad digital, evitando la exposición de la misma y de datos tan relevantes como nuestras cuentas bancarias o nuestra dirección postal. Un buen uso de internet y de las nuevas tecnologías, sin lugar a duda, pasa por una previa concienciación del usuario sobre la importancia de la protección digital.

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Redacción Computing

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