El confinamiento de prácticamente la mitad de la población mundial debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus Covid-19 ha convertido Internet en un servicio esencial para la población. En España, el tráfico de datos ha crecido un 40 %y las llamadas un 50 %, según Cisco. El teletrabajo, la escuela a distancia, el mayor consumo de plataformas de streaming de vídeo o juegos online y el uso de los sistemas de mensajería instantánea para comunicarse con amigos y familiares son algunas de las causas de este crecimiento explosivo que pone a prueba la infraestructura de red.
Las consecuencias no se han hecho esperar. Las principales plataformas de streaming (como Netflix, Prime o YouTube) han reducido sus emisiones de alta definición a petición de la Comisión Europea, para prevenir un colapso de las redes de telecomunicaciones. Aplicaciones de videoconferencias como Zoom han sufrido caídas o demoras de conexión en las horas de más demanda. Por su parte, grandes operadores de telecomunicaciones han pedido un uso responsable de los servicios online. Todas estas compañías están reforzando sus servicios para hacer frente a esta importante demanda.
De la noche a la mañana, Internet se ha convertido en la única ventana al mundo exterior para los millones de personas que están confinadas en casa o han visto limitados sus movimientos. En este sentido, España cuenta con la ventaja de tener la mayor red de fibra óptica hasta el hogar (FTTH) de Europa, con más de diez millones de conexiones instaladas y una cobertura del 76 % de la población. Sin embargo, disfrutar de estos servicios con la calidad adecuada no solo depende del tipo de conexión que llega hasta nuestro hogar: también es crucial contar con una buena red doméstica.
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Routers obsoletos que no dan la talla
En efecto, muchos usuarios han descubierto estos días que su red inalámbrica no está a la altura del rendimiento que necesitan. Cuando papá y mamá teletrabajan o hacen videoconferencias con la familia, los hermanos pequeños siguen sus lecciones a distancia y los mayores ven la última entrega de Star Wars en Disney+ o juegan con sus amigos a Call of Duty, existen muchas posibilidades de que la conexión a Internet se ralentice o incluso se interrumpa debido a la elevada demanda simultánea.
La razón, en la mayoría de los casos, es que el equipamiento que gestiona y canaliza todas estas solicitudes es un router obsoleto o de prestaciones básicas, que no está preparado para un uso tan intensivo y concurrente. No hay que olvidar que, a diferencia de otros países, en España no hay libre elección del router. La mayoría de los consumidores utilizan el enrutador de marca blanca que les ha cedido su proveedor de servicios de Internet (ISP) y que suele ser un modelo de gama de entrada.
Además, estos enrutadores “gratis” no se suelen renovar a lo largo de la duración del contrato de servicios de Internet, a menos que se averíen y sean sustituidos por un modelo más actual. Por lo tanto, los usuarios “cautivos” de estos equipos antiguos no pueden disfrutar de las innovaciones que permiten una navegación por Internet más rápida, estable y segura incluso con una alta demanda: desde la nueva generación de redes inalámbricas Wi-Fi 6, al estándar MU-MIMO que optimiza las conexiones múltiples o la tecnología MESH para aumentar el alcance de las redes inalámbricas.
Un ‘Plan Renove’ para las redes domésticas
Como resultado de estas experiencias negativas, cada vez más usuarios se están planteando renovar sus enrutadores para disfrutar de conexiones Wi-Fi de calidad o cambiar a un operador que ofrezca routers de última generación. Las búsquedas relacionadas con la velocidad de Internet han aumentado un 450 % en España en los últimos 90 días, según Google Trends, mientras que los enrutadores han saltado al Top 20 de los productos más vendidos en Amazon estas últimas semanas.
Incluso algunas empresas han empezado a plantearse entregar un router de altas prestaciones a sus empleados como parte del equipo que ofrecen para trabajar desde casa. Sin duda, la productividad y la colaboración remota se resienten cuando la conexión a Internet no está a la altura del desafío; por no hablar de los riesgos para la seguridad que implica usar un enrutador con estándares obsoletos.
Las consecuencias de la frustración que muchos usuarios están teniendo estos días con sus redes inalámbricas se verán en los próximos meses, ya que actualmente los cambios de ISP están limitados ante las restricciones a la movilidad de los técnicos instaladores. Pero los proveedores de servicios de Internet harían bien en emprender la renovación de su base instalada de enrutadores, sustituyendo los equipos más antiguos o básicos por routers de altas prestaciones. Es la única forma de ofrecer un mejor servicio a sus clientes ante una larga desescalada en la que Internet seguirá siendo esencial.