Cerramos este año 2021 con un panorama mucho más optimista del que teníamos hace tan solo doce meses. Es un tópico decir que el mundo ha cambiado a mucha más velocidad que los años anteriores, y que en el sector TIC, la aceleración ha sido notablemente mayor. Veníamos de un mundo en el que la experiencia digital se había impuesto (a la fuerza ahorcan) sobre el mundo físico tradicional. Tuvimos que aprender a vivir el mundo virtual por obligación, y esta realidad supuso una fuerte demanda de servicios de Tecnologías de la Información: si empezamos con las reuniones virtuales, muchas otras experiencias se fueron digitalizando a cuenta de las restricciones sanitarias, desde ir de compras hasta pasar una consulta médica.
El teletrabajo “llegaba para quedarse” con demanda cada vez mayor por parte de los equipos de que se mantenga en el tiempo y solicitando alternativas que permitan conservar lo bueno de los diferentes modelos (con presencia física para temas específicos y con trabajo remoto para el día a día). Por supuesto, en el mundo industrial, la presencialidad es obligada, aunque los gemelos virtuales se están extendiendo como mancha de aceite en las diferentes funciones de las empresas. Algo parecido está ocurriendo en el sector de la distribución, aunque aquí ya el e-commerce había abierto camino con muchas historias de éxito conocidas por todos. Los servicios financieros han vuelto a la actividad en sus redes de oficinas, si bien fuertemente complementados por productos digitales avanzados y adaptados a cada cliente, y de alguna manera las Administraciones Públicas y los Servicios de Salud retoman la presencialidad apoyados con importantes capacidades digitales, que siguen siendo la mayor fuente de demanda de servicios TIC.
Tuvimos que aprender a vivir el mundo virtual por obligación, y esta realidad supuso una fuerte demanda de servicios de Tecnologías de la Información
Mundo físico y digital
En este año, hemos podido al menos comenzar a elegir. Las experiencias físicas han recuperado relevancia y hemos visto cómo experimentábamos el placer de recuperar los viajes (todavía levemente), de asistir a espectáculos e incluso tener reuniones de trabajo cara a cara. Aquí la capacidad de elegir ha permitido que las experiencias mixtas o híbridas se hayan abierto camino y parezcan la apuesta segura a corto y medio plazo. Hemos de continuar siendo muy prudentes, hemos asistido a final de año a un nuevo rebrote de la pandemia en Europa y las tensiones globales en la cadena de suministro nos han hecho recordar que el mundo físico nunca dejará de ser un escenario vital. La línea maestra pasa necesariamente por combinar ambas realidades, caminando de la mano, con las TIC como el facilitador que logra sacar el máximo partido utilizando infraestructuras cada vez más sofisticadas y resilientes. Ser hoy una empresa ‘cloud nativa’ no es solo el sueño de las startups que nacieron en el pasado, sino una realidad que se va afianzando cada vez más en las grandes corporaciones.
Esta libertad de elección, superados los primeros y más duros condicionantes de la pandemia (ojalá estemos asistiendo a sus últimos coletazos), tanto en las empresas o corporaciones como en los consumidores, es lo que supone el gran reto para el sector TIC. Combinar lo físico, agilizando la cadena de suministro (por ejemplo) a la vez que continuamos desarrollando nuevas experiencias digitales. Por ello, las infraestructuras de cloud, el análisis de datos, el avance de la inteligencia artificial, la mejora de los dispositivos y de las aplicaciones de usuario final seguirán siendo la clave de una sociedad más interdependiente, entrelazada y más sostenible, siendo la sostenibilidad uno de los factores claves a la hora de plantear los nuevos retos en las organizaciones y, cómo no, un indicador de la salud de las compañías.
Ese es el reto que afrontaremos y en el que nuestro sector ha de ser la palanca que acelere el esperado crecimiento. Los mundos físico y virtual hibridarán para ser la llave del futuro. Tendremos la fortuna de poder elegir y combinar ambos. Algo muy valioso. ¡Feliz 2022!