La necesidad de banda ancha en el medio rural

El uso de la banda ancha en entornos urbanos ha sufrido una gran transformación en los últimos años, pasando de ser, inicialmente, un bien casi de lujo para establecerse como una herramienta, de trabajo en prácticamente todas las empresas y de ocio, en la mayoría de los hogares.

Publicado el 19 May 2008

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El enorme potencial del mercado y la competencia entre diversos operadores y tecnologías (ADSL, cable, UMTS) ha favorecido el establecimiento de unas tarifas competitivas y de unas altas prestaciones, lo que ha permitido que se alcancen altas cotas de penetración. Esta tendencia no ha hecho más que empezar y, en este sentido, es de esperar que las prestaciones asociadas a las tecnologías mencionadas irán poco a poco configurando un conjunto de aplicaciones que, a su vez, irán tirando hacia arriba de esas tecnologías. El acceso a Internet es algo más que las posibilidades de descargarse música o películas; en realidad, la gran aportación de Internet es la de poder juntar en un mismo espacio y tiempo la oferta y la demanda; es decir, facilitar el intercambio de bienes y servicios de una forma casi universal y sin limitaciones geográficas o temporales. El punto de encuentro de oferta y demanda siempre se ha llamado ‘mercado’. De esto se trata, de permitir a todos el acceso a ese mercado.
Sin embargo, en el entorno rural, la llegada de los operadores al usuario final, con cualquier tecnología, se hace mucho más complicada (y por lo tanto más cara) y la rentabilidad de las inversiones no está ni mucho menos garantizada. Por lo tanto, existe el peligro de que se cree la brecha digital, es decir, que en entornos rurales no haya posibilidad de acceder a la banda ancha, tan necesaria ya en la vida cotidiana de las empresas, grandes o pequeñas, y de los usuarios particulares.
El desarrollo de la banda ancha en el medio rural debe ser apoyado por las diversas administraciones para que no se cree la figura de ‘ciudadanos de segunda’ que no disponen de las mismas facilidades que aquellos que habitan en el entorno urbano. Este apoyo debe ir no sólo enfocado al desarrollo de la propia banda ancha, sino también a la formación de los usuarios en las nuevas tecnologías, a aumentar la presencia de los ordenadores en empresas, hogares, colegios, centros de ocio, etc., y en definitiva, a crear también en el medio rural la cultura de la sociedad de la información.

Se trata de no excluir del mercado a aquellos que tienen que desenvolverse en su vida profesional o privada en el mundo rural. Se podría pensar, equivocadamente, que el entorno rural tiene menos necesidad que el urbano de los servicios a los que la banda ancha da acceso. En realidad no es así: el aumento de la esperanza de vida junto al acortamiento de la vida profesional hace que muchas personas se planteen su vida lejos de las ciudades y al acercarse al mundo rural se llevan consigo las exigencias de oferta de servicios a los que estaban acostumbrados en su vida urbana.
Hay soluciones imaginativas que mediante la tecnología pueden ayudar a mejorar las condiciones de vida de los mayores y de las personas que les cuidan, así como de las demás necesidades que existen que, por estar en el mundo rural, se hacen más difíciles de solucionar.
Además, en este entorno también existen empresas y negocios que necesitan de las máximas facilidades tecnológicas para desarrollarse: piénsese, por ejemplo, en el creciente desarrollo de los negocios asociados al ‘turismo rural’ como el alquiler de casas de campo y otras actividades de ocio y cultura que necesitan difundir su oferta para acceder al mercado que las demanda.

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Redacción Computing

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