Unas semanas atrás daba una charla sobre el ‘Journey to the Cloud’, frase que resume el tránsito, el viaje o la evolución hacia el cloud computing. Decía que la virtualización a ultranza está en el origen de la construcción de un CPD extremadamente eficiente bajo la arquitectura de ‘Private Cloud’. Al terminar mi charla, me dicen que un competidor, mientras yo hablaba le decía a uno de los asistentes: “no hace falta virtualizar para dar servicios de Cloud Computing…”.   ¿Por qué saco esto a colación? Pues, concediendo al competidor el beneficio de la duda y suponiendo, por tanto, que obraba de buena fe, ejemplifica este comentario, las nubes que todavía rodean conceptualmente al ‘cloud computing’.   Primero, ¿Qué entendemos por cloud computing?Un servicio de TI que obtenemos a través de Internet, con poca o ninguna infraestructura adicional específica a nivel de usuario, en modo gratuito o pago por uso. ¿Hace falta virtualización para este servicio? Realmente, no. Por supuesto, no a nivel de usuario y tampoco a nivel del prestador del servicio, si sólo está ocupado en prestar el servicio y no en hacerlo de una manera eficiente.   Segundo, ¿Qué es la Private Cloud? Éste es un concepto acuñado por EMC para ayudar a cualquier organización a obtener los beneficios del cloud computing, en cuanto a flexibilidad, agilidad y eficiencia, junto con los de control y fiabilidad de un CPD privado. El concepto es aplicable a plataformas de proceso basadas en X86, completamente virtualizadas, que permitan gestionar un CPD de modo automático o semiautomático. Provisionando continuamente capacidad de proceso, red y almacenamiento para cada usuario de cualquier aplicación, que se esté prestando bajo esta modalidad, en función de su demanda real en cada momento y desde el punto (federando CPD) que más le interese al prestador del servicio, según disponibilidad de servicio y coste energético, entre otros factores de conveniencia.
Secuencialmente, primero fueron apareciendo los servicios cloud, especialmente dirigidos al usuario particular. Después, fueron apareciendo aplicaciones para la empresa. Hasta ahora ese tipo de servicios son cloud, pero el proveedor no tiene que utilizar una infraestructura especialmente eficiente.   Es cuando organizaciones y empresas, por un lado, comienzan a evaluar la posibilidad de utilizar los servicios cloud y, por otro, los proveedores cloud establecidos, como Amazon o Google y otros que se mueven rápidamente a posicionarse ahí, como Microsoft, SAP u Oracle, se dirigen a esas organizaciones ofreciéndoles disfrutar de sus aplicaciones en un modelo cloud, y, además, consultoras, no sólo tecnológicas, sino, incluso de negocio, como McKinsey, cuestionan tanto la seguridad como el coste del modelo cloud… Es ahí cuando se produce un momento de incertidumbre, que me recuerda al valle de las desilusiones de la curva emocional de las tecnologías de Gartner… aquella que muestra cómo las tecnologías emergentes suben como la espuma, en un principio, pareciendo que van a constituirse en panacea, para, indefectiblemente, caer a continuación en el valle de las desilusiones. De ahí, se sale o no… pero cuando se sale, se hace de modo fortalecido para ascender por la pendiente del conocimiento hasta alcanzar la meseta de la madurez.
¿Dónde estamos ahora?
Ascendiendo por la pendiente del conocimiento (nuestro ‘Journey to the Cloud’): En EMC hemos acuñado el concepto de Private Cloud, que hemos desarrollado, junto con partners estratégicos como Cisco y VMware. La Private Cloud es una realidad ya tangible, con productos, soluciones, prácticas y referencias en el mercado. Es el modelo ideal para proporcionar TI en modo servicio, bien sea desde un proveedor externo o bien desde un proveedor interno. Pienso en un centro de servicios cloud para todas las Consejerías y Servicios de una Comunidad Autónoma. O el mismo concepto en la Administración General del Estado. O en la empresa de servicios TI creada por tal o cual entidad financiera, compañía de seguros o eléctrica, que proporciona los servicios TI a sus Líneas de Negocio Usuarias y que, muchas veces, tiene que hacer frente a grandes variaciones de demanda, a veces previsibles y otras no.   Con la tremenda disyuntiva de “¿provisionarse para dar servicio al máximo de demanda, con los grandes valles de ineficiencia que esto implicaría cuando la demanda es normal o baja; o dimensionarse para un volumen medio, implicando un deterioro del servicio cuando la demanda está en el pico?”.   Esto se ha acabado. Es el pasado. Podemos montar una infraestructura súper eficiente, basada en plataforma de proceso, almacenamiento y red totalmente virtualizada, que permite provisionar automática o semi-automáticamente respondiendo a la demanda real. Si esto, además, lo combinamos con modelos financieros de pago por uso, que, además, permitan instalar y desplegar infraestructura por encima del cálculo de media conservadora, pero que sólo se paguen si, y sólo si, se utilizan; estamos en el modelo de Private Cloud que, en su día, cuando las nubes públicas también se desplieguen en modelos compatibles, nos permitirán las combinaciones mixtas… pero eso ya es parte del ‘Journey to the Cloud’.